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El cuerpo de Ethan tembló, su respiración se sentía pesada y sus ojos viraban por toda el área que le permitía ver el pequeño espejo. Las risas alegres de la omegas apenas eran perceptibles para sus oídos apagados debido a la sorpresa en su interior. Tenía razón, se sentía diferente.

Una de sus manos se extendió hacia su nuca, el movimiento quedó en el aire, un temor inconsciente de hacer que el color desapareciera. No había una marca gris insalubre y apagada, no era un omega indeseado por las consecuencias de una unión imprevista y no querida.

De repente, recordó la satisfacción en los ojos de Assaf al ver sus glándulas más temprano en la mañana, él también...él estaba cómodo con ese tipo de cambio.

Sus banyalar estaban emocionadas, felices por decir menos, el olor dulce en el aire era empalagoso incluso para él. El comienzo de lágrimas se veían en sus ojos con vestigios de deslumbramientos de alivio.

Ethan las observa, incapaz de apagar su empatía con ellas, los omegas suelen ser más perceptivos a todo, por lo que rápidamente se vió contagiado con el orgullo en los ojos de las mujeres.

Alá bizi dinledi[Alá nos ha escuchado]

Las palabras de Kenia le dan un paz desconocida, su omega se sentía pleno y realizado, un sentimiento ajeno en años de soledad y presión pasada.

Un toque en la puerta detuvo las risas alegres con la rapidez de un chasquido. Ethan perfuma el aire pero es incapaz de reconocer la presencia al otro lado de la puerta, no cuando el olor a sándalo y lluvia se impregnaba con tanta fuerza en cada poro de su piel que era imposible para él notar otra esencia.

—Es Azra —Edith le avisa cuando nota la confusión en sus ojos grises. Ethan asiente.

—Viene con otros alfas —expresa Kenia después de ayudarlo a incorporarse, sus piernas estaban entumecidas —. Amir debió mandar una escolta para ojos indiscretos en los pasillos

Ethan se encogió.
¡Los alfas olerían todo!

Con una ligera inhalación sabrían todo lo que ha acontecido en el pequeño espacio privado de Ethan. Su vergüenza parecía flotar en cada momento a tan pocas horas de que comenzara el día.

—Vamos hürrem —Elit señala la puerta con un gesto de cortesía, Ethan suspira y con ayuda de Kenia y Edith camina hacia la puerta, no sin antes dirigir una mirada al cuadro escondido bajo los rayos que se proyectaban a través de las ventanas. Una sonrisa se extendió en su rostro.

Lo terminaría después.































La comida y el agua caliente en sus músculos se habían sentido con una satisfacción tan desbordante dentro de él, y por primera vez, no puso objeciones a las vestimentas que habían elegido las mujeres para que usara ese día. Incluso permitió el uso de adornos en sus manos. Simples pero hermosos brazaletes y anillos resaltaron la luz que parecía desprender su persona, según a palabras de Edith.

Cuando Elit propuso el uso del cubridor como cada día, Ethan dudo.

Independientemente de si se trataba como una acción natural omega a mostrar su mordida en presencia de omegas ajenos a su territorio, Ethan tenía la sensación de que ahora no tenía que ocultar nada, sus dedos jugaron con la tela de su blusa de satin.

Mafia RojaWhere stories live. Discover now