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Assaf estaba fastidiado.

A pesar de que la insensibilidad era uno de los adjetivos propios al que tradicionalmente las personas relacionaban con él, junto con la irascibilidad y la crueldad, momentos como estos realmente ponían nerviosos a sus hombres.

Su autocontrol le permitió mantener sus feromonas lo más bajas posible. No quería provocar un accidente al alterar la concentración y control de Ömer al volante. Yusef iba a su lado, concentrado en su propio nudo de ideas. Era una de las pocas veces que él se lo permitía, el tomar su lugar al lado de Assaf, como su mano derecha.

Yusef tenía la mala costumbre de ser extremadamente modesto, con un puesto tan grande en el mundo que los regía, el moreno tendía a ser poco avaricioso en la mayoría de cosas. A pesar de la insistencia de Assaf en remarcarle su puesto como sağ el, Yusef aún tenía el hábito de comportarse como cualquier miembro de la fuerza militar de La Roja.

Nunca pedía nada, no objetaba y cumplía con todo lo que Assaf demandará; sin embargo, había sentido una brecha que los dividía en los últimos meses. El gama se preguntaba si su advertencia era la razón por la que había tal distanciamiento. El apego entre sus hombres y Ethan era un alivio casi silencioso para él, pero la relación que el omega tenía con Yusef le causaba cierta incomodidad a su lobo.

Dar vuelta a tal asunto solo lo estaba poniendo de mal humor, por lo que se decide concentrarse en estudiar los ladrillos de cada casa o establecimiento que pasaban. Prefería poner su atención en los problemas del trabajo o la situación obligada del harem que hundirse en esas aguas.

Había intentado redirigir la línea de sus pensamientos en otra dirección diferente a lo que le había puesto de ese humor, pero el silencio de su mente bailaba una y otra vez hacia el eco de la pregunta de Ethan.

"¿Por qué te desagrada el matrimonio?"

Assaf toca su cabeza con irritación al recuerdo; la curiosidad en los ojos cristalinos de Ethan esperando por una respuesta sincera lo ha perseguido desde que salió de casa. No quería retroceder en la unión que habían formado, pero había cosas para las que no estaba listo. Expresarse le resultaba difícil, el explicar ciertas actitudes de su parte por vestigios de una infancia controlada y fallida era una pérdida de tiempo para él, especialmente cuando el núcleo de todo estaba en la relación de su familia.

Como todo lo arcaico en las costumbres de su familia, el matrimonio era una de las bases importantes para la estabilidad de su clan. La mordida era una muestra de poder, pero el título que se otorgaba como haseki era rigurosamente deseable.

¿De qué servía que tu retrato estuviera en la casa principal, o tu marca recién hecha en la curvatura de tu cuello? ¿De qué servían las joyas y regalos cuando no hay un título que confirmara el poder que tenías?

Anek Hasmet, su fundador, había sido el único amir en unirse en matrimonio con su pareja, por lo que el poder de Eylem al ser visto como su igual era algo desesperadamente anhelado por todas las parejas de los regentes de La Roja. Todos en la línea, hasta llegar a Assaf, habían tenido un harem, incluyendo a su padre.

Assaf había visto lo que la ambición y el poder causaban en lo que llamaban el verdadero amor. A pesar de que su madre fuera la primera pareja de su baba y su posición tenía preferencia por la línea sanguínea con los Yilmaz, ella nunca fue la única. Su valor disminuía aún más al ser una alfa, por lo que su puesto no era seguro.

Assaf había tenido más hermanos y hermanas aparte de Kulem, pero ninguno de ellos pudo nacer y vivir más de tres meses. Esos vínculos que jamás pudo concretar habían sido víctimas de la indiferencia gélida de su padre, la competencia ardua en el harem, la presión del consejo y la envidia asfixiante de su madre.

Mafia RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora