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Ethan observa el halo de su aliento desvanecerse al instante de moverse de un lado a otro en la terraza. Una costumbre común al estar concentrado.
La voz de Mariam le distrae del ruido de aglomeración que está presente a varios metros abajo en la ciudad, suave y constante como siempre.

—El señor Erdoğan se disculpa por su ausencia en la apertura, pero ha enviado un regalo en disculpa junto una invitación próxima al Palacio Blanco —Ethan asiente mientras da una mirada ligera a la laptop, Mariam continúa hablando con un ritmo automático a pesar de ver que Ethan va y regresa de la videollamada —El ministro Mevlüt Çavuşoğlu ya ha confirmado su presencia y la de su esposo, al igual que Narendo Modi en representación de India.

Ethan voltea hacia la ventana que da al interior del departamento, observando a Assaf en sus propios negocios al teléfono y tableta que sostiene. Su mirada es atrapada con un fugazo de regaño por su insistencia de ir al exterior frío a hablar.
Ethan le sonríe mientras ajusta la bufanda a su cuello y luego pasa su otra mano para acariciar su estómago en un toque por inercia.

—¿Qué hay de la prensa? —hace su primera pregunta cuando vuelve su atención a las palabras de Mariam.

—Limitante, como usted lo ordenó. Todos los artistas estarán presentes, y las invitaciones a confirmar casi se han registrado hürrem.

Ethan hace un sonido satisfecho, y después de unas discusiones para detalles mínimos finaliza la llamada para Mariam. Una persona más queda todavía en silencio, la cámara estaba apagada.

—Elit —Ethan se sienta en la silla bajo el domo, la nieve apenas ha llegado a los cojines de ahí. Las paredes cristalinas alrededor suyo lo cubren con un mecanismo tecnológico ajeno a él, proporcionándole a través de ellas una temperatura que le cubra del frío gélido en la ciudad.
Ethan apreciaba más esos detalles, la pequeña tecnología Hasmet de su alrededor que se mezclaba con los toques tradicionales del imperio otomano era tan propia de La Roja. Una mezcla oculta pero perceptible en momentos así.

Hürrem —Elit le saluda con el mismo tono serio que la carectiza— es un gusto poder escuchar su voz y verlo después de varios días.

Ethan le sonríe con sinceridad.

—Dime, que ha sucedido —Ethan se acomoda, esperando a lo que sus oídos y ojos en la vida interna de La Roja han rescatado—, ¿el estado de Jabir sigue siendo estable?

Ethan sentía su voz temblar cada vez que el nombre de Jabir salía de sus labios, casi como si quisiera amarrarlo ahí para que no le pasara nada. Temía que un día la respuesta fuera lejana a lo que esperaba.

—Los miembros siguen enviando regalos, mafias y clanes leales a La Roja le felicitan con fervor, la mayoría irá al evento por venir— Elit hace una pausa breve—, Jabir ha mejorado, los mejores veterinarios le atienden día y noche, se han dispuesto guardias que le vigilen en todo momento.

Ethan gira el anillo en su dedo con otro sonido satisfecho, con la aseveración del buen estado de Jabir su respiración se regula poco a poco. Podía estar bien y tranquilo por otro día.

Por otra parte, se siente aliviado con los buenos resultados en la apertura de la gran sección en la galerisi, la cual implicaba un gran impacto en medios internacionales, siendo el primer espacio artístico regido por un omega para omegas en esa parte del hemisferio...ha logrado recabar la suficiente atención global. Mariam se había encargado de invitar OI's y ONG 's concentradas en funciones únicas a su segundo género, por lo que el fervor de la existencia de su administración no tardó en darse a conocer. Yusef le había dicho que implicaba su presentación al mundo público como una de las pocas figuras de su casta que son tomadas en cuenta en la sociedad. Alardear sobre eso no se sentía malo, y tampoco había culpabilidad.

Mafia RojaWhere stories live. Discover now