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Los pasos cercanos rompieron su ensoñación. El ambiente se rompió tan rapido como llegó y el entorno volvió a la normalidad, Ethan fue dándose cuenta de donde estaba y con quien, su omega había ganado terreno otra vez poniendo su razón por muy debajo del control de sus acciones, trató de controlar su olor el cual incluso él pudo percibir como dulce. Solo había sido un toque ligero en sus labios; pero Ethan sentía todo su cuerpo vibrar.

—¡Amir, hürrem!—era la voz de Yusef sonando desde lejos. Ethan se separó un poco avergonzado, reprendiendo a su omega por no tener control sobre si mismo. Era extraño para él tener ese tipo de reacciones que daban lugar antes de que procesara en ellas.

Assaf no se movió ni un poco y solo lo miraba con una intensidad que nunca había experimentado antes. Cuando vio los ojos del alfa aclararse y controlar sus feromonas con tanta facilidad, Ethan se preguntó si no fue un sueño los últimos cinco minutos.

—Vamos —se incorporó el alfa. Cuando su cuerpo se separó de la calidez de Assaf, el castaño sintió a su omega chillar. El tigre también alzó la cabeza pero se quedó en su lugar. Ethan acercó su mano dudoso y le dio una última caricia mientras Assaf lo observaba de cerca.

Por alguna extraña razón, Ethan sintió que cuando salieron de esa zona y volvieron dentro de la mansión, eran los mismos extraños atrapados en una unión forzada.

















Assaf no cenó con él, apenas habían pisado la casa se excusó y desapareció dentro de lo que Ethan pensaba eran sus oficinas. No tenía derecho a reclamar nada, no dijo ni una sola palabra mientras veía la figura del alfa desaparecer dentro las puertas. No es como si fueran una pareja casada que comparten las comida y hablan de todo lo que hicieron al final del día. Eran su alfa y omega los que se atraían, no ellos como personas. Era solo instinto.

—¿Hürrem?—Yusef lo llamó desde atrás, Ethan no se había dado cuenta de que seguía estando en el mismo lugar donde lo dejó Assaf.

—Te he dicho que no me llames así, por favor —inhala Ethan dirigiendo sus pasos al azar, no conocía la casa y realmente no quería preguntarle al alfa donde estaban sus cuartos.

Al final Yusef lo guió a sus recamaras, Elit, Kenia y Edith ya estaban esperándolo en la puerta con un carrito de comida. El brasileño dio un asentimiento en despedida y Ethan agradeció que no se inclinara de manera reverente como los demás.

Comió, lo bañaron a pesar de sus objeciones y lo vistieron. Cuando las omegas se fueron, Ethan se quedó viendo las pinturas en el techo, la enorme cama le recordaba la soledad que sentía en su corazón. Estar unido era más difícil para los omegas, buscaban la atención y el cuidado constante de sus alfas. Había intentado reprimir sus instintos naturales esos días pero con la cercanía de Assaf hoy se dio cuenta de que iba a ser más difícil, Ethan tenía una imagen del turco y su omega otra, era la primera vez en su vida que se sintió tan confundido.

Con duda, dirigió su mano a su vientre y recordó las palabras del doctor, no creía sentirse listo para tener un hijo.

Era cuestión de tiempo por supuesto, al ver la familia y el mundo de los Hasmet sabía que lo presionarían para tener algo en su cuerpo pronto. Tenía que escapar antes.

Cerrando sus ojos con el vano intento de dormir, sus pensamientos volvieron a los ojos dorados causante de tantas variantes en su vida.







Y en otro lugar de la casa, otra persona tampoco podía reconciliar el sueño.



















En las mañana siguientes, Elit le informaba cada día que su alfa estaría todo el día en la empresa. A Ethan no le importaba realmente, entre menos viera al turco mejor; sin embargo, una parte orgullosa de él se enojó al pensar que el alfa también lo estaba ignorando deliberadamente. Desayunaba y se vestía para bajar a los jardines—había días en los que se quedaba en los propios— o iba a la zona de la alberca o al salón de música, o en general a cualquier lugar donde pudiera quitar su aburrimiento. Incluso pidió ayudar en las cocinas para tener algo que hacer, las betas de ahí lo vieron horrorizadas cuando lo pidió y decidió no preguntar otra vez.

Mafia RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora