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Fue difícil, Ethan tenía que admitirlo.

Su especialidad eran los paisajes imaginarios y los animales, no era muy orgulloso con los retratos pero no era malo en lo absoluto. Cuando retrató a sus banyalar el lápiz se había movido por si solo en la hoja, poniendo especial detalle en las joyas y la belleza desbordante de las mujeres. Con Jabir era fácil llevar las líneas delicadas de su espeso pelaje y los destellos de sus colmillos cuando bostezaba, tampoco oponía mucha resistencia a quedarse quieto. E incluso con los alfas de la eve, poniéndose tan nerviosos que no podían estar en un solo lado o mirándolo a los ojos cuando los pintaba por el manojo de vergüenza que tenían siempre en la presencia de Ethan, fue relativamente sencillo hacer buenos dibujos.

Pero con el hombre frente a él; sin moverse, sin expresiones difíciles o posiciones raras, sin todos esos factores que le podrían impedir hacer un retrato perfecto a sus gustos, Ethan se cuestionó su propio don para el arte.

Hacia mucho que no se estresaba en usar el lápiz.

Pómulos marcados; pestañas largas y en perfecta inclinación con sus ojos dorados, labios simétricos, cabello ligeramente desordenado pero sin considerarse despeinado, todo eso contando la perfecta musculatura y altura del alfa. Para el omega se le estaba dificultando hacer trazos convincentes.

Llevaba aproximadamente una hora, y estaba teniendo líos con solo las bases.

El alfa estaba ajeno, concentrado diligentemente a su trabajo. Tecleaba una y dos veces, pasaba documentos con una mano y firmaba otros, en todo el tiempo que estuvo frente a Ethan no hubo ni una distracción que lo perturbara.

¿Quien era ese extraño?¿Era realmente uno?, Ethan aún cuestionaba sus acciones y su comportamiento, habían acordado empezar de nuevo; sin embargo, para el omega era tan ajeno la conexión que una pareja enlazada podía tener. Porqué sabía que una marca no era suficiente para mantener a dos personas felices.

Todos hablaban de destino y amor. Ethan no creía tener nada de eso, no antes por lo menos.

Un olor dulce salió ligeramente de él, y su corazón empezó a latir rápidamente cuando el alfa ajustó los lentes en su nariz. Al darse cuenta de sus feromonas, las retuvo rápidamente.

Definitivamente esas no provenían del calor, no eran excitación o deseo, eran...no lo sabía, jamás había captado esa esencia en él.

Dirigió la mirada a las pocas líneas en su cuaderno, suspirando fuertemente por indecisión. Llevaba el rostro y el cuerpo hasta la cintura, con nada de detalles.
Cuando vuelve a levantar su cabeza encuentra al alfa observándolo fijamente.

—¿Qué dibujas? —pregunta serio Assaf, a lo que Ethan cierra el cuaderno con fuerza. Se dio cuenta que la computadora estaba apagada y acomodada en una mesita de al lado, también los papeles que tenía con él estaban cuidadosamente ordenados.
¿Cuánto tiempo había estado ensimismado consigo mismo?

El alfa inclina la cabeza, impacientándose por la falta de una respuesta. El castaño se apresura a inventar algo.

—Estaba dibujando el mar, me quede con las ganas desde que lo vimos.

Assaf eleva una ceja ligeramente, con una expresión que claramente decía que no le creía, pero no da más cuestiones.

Ethan muerde su labio ligeramente y deja el cuaderno a un lado de la cama. Estaba claro que ninguno de los dos tendría algo más que decir y prefería evitar el silencio incómodo eligiendo un libro de los estantes que vió en la sala.

—¿Cómo aprendiste a pintar?

La pregunta abrupta detuvo sus movimientos en seco, dirigió rápidamente su atención al gama y frunció el ceño con confusión.

Mafia RojaWhere stories live. Discover now