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Ethan desliza su espalda en la cabecera de su cama y descansa su cabeza en sus manos apretándolas en sus sienes para mermar la irritación. Su omega estaba decaído y se sentía como un tonto, más que tristeza Ethan sentía una increíble molestia clavada en su cabeza.

¿Cómo podía ser tan descarado? Ahora entendía todo, debió ver las señales rojas cuando veía al omega recesivo actuar tan cómodo alrededor de Assaf y como este no se mostraba nada consternado en sus acciones.

¡Ese día en la oficina el pelirrojo estaba básicamente sobre su regazo!

Ethan trataba de empujar la idea de no importancia a quien meta el gama a su cama; sin embargo, su lobo lo volvía a la dirección irritada apenas ese pensamiento surgiera en si. No le había pedido fidelidad a Assaf como capricho de omega marcado, simplemente sabía cómo podían llegar a ser las familias orientales y más aún pertenecientes a la mafia, podrían llamarlo exagerado pero las historias no mostraban a los alfas del calibre de Assaf con miles de omegas inclinados a él nada más por que si. No quería ser parte de un harem donde  arrancaban sus uñas para que el alfa les diera una mínima atención.

Si algo no podía soportar Ethan era que lo trataran como un tonto y Assaf estaba haciendo un récord increíble en mantener el enojo del omega a niveles tan altos al mantener a una de sus putas tan cerca.

Su enojo empeoró más cuando sintió la humedad acumularse en sus ojos. No podía distinguir si eran sus sentimientos de enojo o la melancolía de su omega pero tenia esa misma sensación cuando vio el gris en la mordida de Assaf y cómo está se acrecentó ese día que volvió de la oficina donde vio las garras que el recesivo podía sacar.

A pesar de los sucesos bruscos y rápidos de anoche, había una pequeña dicha en su día, el tener la atención y las palabras de cuidado del turco en la noche anterior habían sido un sentimiento cálido para sus músculos doloridos.

Como una gota sobre la hoja seca, esa sensación se desvanecían con la misma rapidez que llegó.

































El olor de feromonas preocupadas azoto en la cara de Assaf cuando cruzo la gran puerta de la mansión , los sirvientes se inclinaron hacia él mientras se abría paso hacia la base de la escalera donde se encontraban Leon y las banyalar de Ethan. Cuando las mujeres lo vieron sus rostros se transformaron a unos más pálidos.

—¿Qué sucede?—pregunta cuando Leon le da una sonrisa nerviosa.

Amir, disculpe nuestra falta de cuidado —se arrodilla Elit mientras Kenia y Edith la siguen, Assaf frunce su ceño aún más y empieza a preocuparse.

—Es mi culpa, sabes lo lengua suelta que puedo hacer —Leon se toca la cabeza molesto, una irritación poco propia de él se hace ver, cuando la mirada interrogante del gama se clava en él aún más suspira en derrota—.Creo que necesitas ver a tu omega, después me puedes dar un golpe si quieres.

Assaf no podía encontrarse más confundido y le da una señal a las mujeres para que se levanten. Yusef espera una orden a su lado y puede ver la mirada en pregunta que le da a Elit.

—Quédense aquí —murmura mientras empieza a subir los escalones largos.

Entre todos los olores preocupados de sus empleados pudo distinguir perfectamente el de Ethan, quien parecía en una irritación y molestia profunda por el picor en su nariz. Trató de calmar sus propias feromonas que su alfa lideraba por la incomodidad de que él omega no se encontrara en sus habitaciones y guió sus pasos entre los pasillos que daban a las del omega.

Mafia RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora