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—Si existe la posibilidad...de que pueda quedar embarazado naturalmente, no hay muchas probabilidades de que el feto sobreviva. Seguiría creciendo, pero la placenta no lo haría con él—la expresión del doctor Kol era de completa pena—. Incluso ...usted podría morir con él.

—El tratamiento In vitro no es una opción tampoco —señala el otro medico.

Ethan baja la cabeza, observando el patron aburrido y blanco del piso del hospital, escuchando los débiles susurros de debate médico . No sabía cómo sentirse, creía que venir aquí le daría algún alivio calmante al escuchar aunque sea un posibilidad mínima. Al parecer, su cuerpo era todo lo contrario a lo que se supone que debería hacer según su naturaleza; no era un lecho de vida, de ninguna forma. Solo provocaba muerte en su interior y alrededor.

—¿Hürrem?

Alza la cabeza a su nombre. Todos los doctores del grupo—o científicos, no estaba muy seguro ya—se habían acercado hacia él. Estaban esperando alguna indicación.

—Lo pensaré —responde Ethan simple.

Hürrem, sería mejor empezar cuanto antes...—empieza uno de los médicos.

—No —lo interrumpe el doctor Kol—, si hürrem aún no esta seguro de empezar con un proceso tan complicado no se hará. Todo debe estar a decisión de él.

Los ojos antes amables del médico se agudizan ligeramente. Ethan observa al resto del grupo hablando entre ellos, y aunque no dijeran nada, parecían juzgarlo silenciosamente.

Ethan sostiene su celular cerca, y llama al número de Kim.

Al cabo de unos minutos, vuelve a tener esa ropa ligera de alta calidad que aborrecía, pero que de alguna manera se sentía mejor que la bata delgada del hospital. Da una rápida inclinación cuando los doctores se despiden de él con una usual reverencia, después de eso, sigue el camino hacia el pasillo que da al elevador.

—Ah...que pérdida de tiempo.

Ethan escucha atrás suyo las palabras de desdén, ignora los susurros, y acelera sus pasos a las puertas de metal.

Ya no quería estar más ahí.









































El eco de los golpes incrementa exponencialmente junto con el dolor y ardor de sus nudillos. Sus extremidades empiezan a cansarse, y sus pies se resbalan al perder el equilibrio contra el pasto mojado. Sus pulmones se sienten en ácido dentro de él, no capaz de soportar más actividad para trabajar.

—Es suficiente, hürrem —la voz de Kenia susurra, preocupada, detrás de él. Ethan no responde, poniendo su atención en el costal frente a él—. Necesita descansar

Ethan sigue sin hacer caso.

Elit hace una señal hacia Kenia y Edith, quienes avanzan y apartan el costal. Si seguía así podría lastimarse.

—No he terminado—exclama Ethan, ignorando el alivio de sus brazos al ser detenidos momentáneamente para descansar.

Hürrem, de nada sirve que entrene si el cansancio impide que lo haga correctamente —asevera Elit poniéndose frente a él, haciéndole una seña a una de las criadas que espera al extremo del jardín con un vaso de agua. La omega lo toma y lo extiende hacia Ethan, pero este niega con la cabeza, rechazándolo—Hürrem...

Ethan sabía que no estaba bien comportarse así, y menos con sus banyalar, quienes siempre estaban dispuestas a apoyarlo y servir. Pero el hoyo negro en su corazón solo seguía aumentando con cada rosa azul que llegaba a su puerta, ninguna noticia del remitente.

Mafia RojaWhere stories live. Discover now