8. Compartimos cama

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JESSICA

—¿Disculpa?

Alex se veía terriblemente confundida.

—Ay ¿Dónde están mis modales? —Me aparté un poco de ella, nerviosa. Me dio la sensación de que mi acercamiento pudo haberla asustado, así que me peiné el cabello hacia atrás y me aclaré la garganta—. ¿Qué tal, lindura? ¿Me concedería un beso, bella dama de dudosa moral?

Alex levantó una ceja.

No estaba funcionando.

—¿Qué crees que haces?

—¿Cómo que "qué hago"? —Extendí los brazos como si no fuera obvio—. Cortejándote.

—¿Te golpeaste la cabeza cuando entraste al departamento? Estoy segura de que cuando te dejé, aún me odiabas.

—Del odio al amor hay sólo un paso —formé un corazón con los dedos y le sonreí.

Ella me coqueteó tanto durante los últimos días que creí que sólo me bastaría con pedirle que me besara para que lo hiciera. Al menos, con la mayoría de los novios que tuve así fue. Con Seth también.

No estaba preparada para el rechazo. Yo era muy bonita para ese tipo de experiencia.

—Bueno... —Miré hacia otro lado. A la pared blanca del pasillo, detrás de ella. De repente sentí el frío de la noche y el eco de mi voz—. Quiero saber si me gustan las chicas. —Me crucé de brazos y la miré. Decirlo en voz alta me hacía sentir un poco ridícula—.Y Noah dijo que te bese para saber si me gustaba. En realidad, dijo que te coja —solté una risa nerviosa y la miré de reojo—. Es broma, pero si quieres, no es broma.

Alex arrugó la frente. Aún seguía sosteniendo mi bolso negro y se veía como una señora que acaba de descubrir que su hija es otaku: Desconcertada y horrorizada al mismo tiempo.

—No —dijo—. ¿Eso es todo lo que querías? —miró hacia la puerta—. ¿Puedo irme ya?

PERO.

—Primero que nada, no está cerrada con llave. —Señalé la puerta para que no creyera que la mantenía encerrada—. Y segundo, me coqueteas tanto que creí que también querrías ¿Qué hice mal?

Ella ladeó la cabeza como si estuviera pensando.

—¿Quieres que bese a ex novia de mi ex novio? ¿Que es pelirroja, bonita, graciosa y odia a los hombres?

—Sí, esa soy yo —respondí orgullosa.

—Y suena como a mi mujer ideal...

—¿Pero?

Alex se mordisqueó el labio y volvió a mirar hacia la puerta de cristal, como si quisiera huir, pero acabó suspirando.

—Pero siento que esto está yendo muy lejos y creo que deberías saberlo: apenas te conozco. No quiero nada contigo. Lo siento si te he ilusionado. —Apartó la vista con culpa—. No puedo controlar lo potra que soy.

—¿Y esa humildad? —levanté una ceja. Pensé que estaba bromeando, pero aparentemente iba en serio—. No estoy ilusionada. Sólo quería un beso... de amigas.

—Ah ¿De amigas? —Alex suspiró aliviada—. Lo hubieras dicho antes.

Dio un paso hacia mí y tomó mi rostro. Fue tan repentino que retrocedí por reflejo y eso pareció confundirla.

—¿Quieres un beso o no?

—¡Sí!

Esta vez no me aparté cuando volvió a tomar mi rostro. Sus manos estaban heladas, pero no supe si había cerrado los ojos con fuerza por la sensación fría o por los nervios.

Ella sabe que la odio | YA A LA VENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora