24. Sé la villana

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ALEX

Jessica entró en una de las últimas puertas de los vestidores y Noah cerró dando un portazo. Intenté seguirla, pero me tuve que detener a mitad de camino cuando escuché que alguien venía detrás de mí.

Mujeres con vestidos de gala sacaban sus cabezas por las puertas para ver lo que estaba sucediendo. Se oían murmullos por todas partes y las empleadas, vestidas de negro, intentaban hacer que todas volvieran a sus cambiadores.

Me di la vuelta y ahí estaban.

El camarógrafo y la reportera de canal dos mirándome, como si ellos no hubieran formado parte de todo ese desastre. 

Sentí algo creciendo dentro de mí. Era rabia, era odio, era una mezcla de todo eso con impotencia.

Ella cerró la mano mejor alrededor de su micrófono y lo acercó a sus labios.

—¿Jess se enojó contigo? —preguntó en un tono condescendiente.

La abofeteé.

Su rostro giró con la fuerza del golpe. Le tardó un solo segundo en recuperarse y su expresión cambió a una de enfado.

—¿Estás loca? —me preguntó.

—Yo loca y tú maleducada.

Di un paso hacia ella para asestarle otro golpe, pero una de las empleadas se puso entre nosotras para separarnos. Todo se convirtió en un caos rápidamente. Más empleadas llegaron, las clientas comenzaron a gritar desde sus cambiadores para que nos echaran y me pareció oír a alguien llamar a la policía.

Fui a por ella.

Si me iban a arrestar, que lo hagan por más de un puñetazo.

De repente vi a una persona conocida entre todo el caos de manos y cuerpos.

Mi tío, quien había estado fumando fuera de la tienda, pasó su brazo alrededor de mí, por encima de mis brazos. Intenté patear al camarógrafo, pero él me arrastró hacia atrás, más lejos de ellos. Su agarre era lo suficientemente fuerte como para impedirme sacar los brazos.

—¡Quédate quieta! —me gritó.

—¡Suéltame! —Intenté arañar su brazo. En ese momento me arrepentí de no haber tomado esas clases de defensa personal—. ¡Suéltame! ¡Esto es tu culpa!

Vi cómo las otras se las arreglaban para sacar a la reportera y al camarógrafo de la tienda, quienes no querían ceder porque "estaban trabajando".

Mi tío no me soltó hasta que consiguió meterme dentro de uno de los cambiadores gigantes. Me soltó como si estuviera botando la basura y cuando intenté salir, se puso frente a la puerta.

—Te quedas ahí hasta que te calmas. —Me apuntó con un dedo en advertencia.

—¡Estoy calmada!

Él ladeó la cabeza y juntó las cejas, enfadado.

Retrocedí para mantener la distancia y me abracé a mi misma. El espejo enorme que ocupaba toda una pared me devolvía mi reflejo y no me gustó cómo me veía, desesperada y preocupada.

Preocupada porque sabía que Jessica estaba en uno de esos cuartos pasando por quién sabe qué después de lo que le hicieron.

—Espero que estés contenta. —Dijo él—. La policía está en camino.

¿Qué me importaba la policía?

—¿Qué querías que hiciera? ¿Dejarla estar?

—¡Sí! —Cerró la puerta y se pasó la mano por el cabello, visiblemente estresado. Su traje estaba mal acomodado y no estaba segura de si eso lo había hecho yo, o él mismo mientras intentaba llegar a mí—. ¿Sabes lo que pasa con los artistas que se portan agresivos en público? ¿Tú te quieres quedar sin trabajo?

Ella sabe que la odio | YA A LA VENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora