14. A ver, pruébalo ( ͡° ͜ʖ ͡°)

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ALEX

El viaje a casa fue tranquilo.

Y cuando digo "tranquilo" me refiero a que no nos arrancamos las mechas y Jess no dijo nada cancelable.

De hecho, ella se veía demasiado distraída. Miraba por la ventana con la mejilla aplastada contra su mano como si algo la hubiera molestado.

Sus lentes de sol colgaban del cuello de su sudadera y dos mechones anaranjados caían sobre su rostro. Cuando me detuve frente a su departamento, ella resopló y uno de los mechones se elevó.

—¿En qué estás pensando? —le pregunté.

—En qué decir para arreglar todo este desastre. —Se enderezó en su asiento para poder mirarme—. Estaba pensando en culpar a Santiago por meter esas capturas de pantalla en el video sin mi autorización.

Presioné los labios y apagué el motor.

—¿Podemos hacer algo menos diabólico?

Ella desvió la mirada hacia un lado y se tocó el labio con la punta del dedo índice, pensativa. La situación seguía viéndose mal, pero al menos ella se estaba mostrando dispuesta a hacer algo al respecto.

Y eso me aliviaba.

Por un momento, cuando comenzó a desaparecer de sus redes y ser menos activa, creí que todo la había superado.

—¿Y si culpamos a Noah?

No tenía idea de quién era Noah.

—¡Nada de culpar a otros! —dictaminé—. Sal de mi auto, anda. —Me desabroché el cinturón—. Ya llegamos.

Ella imitó mi gesto y apoyó la mano en la manija de la puerta.

—¿Estás segura? Porque se me ocurren un par de personas que me caen mal y...

—¡Fuera!

—En serio, qué aburrida que eres.

Abrió la puerta y salió.

Negué con la cabeza. A esta altura me preocupaba dejarla sola y que hiciera algo estúpido. Sabía que ese era su sentido del humor, pero también sabía que no muchos la conocían lo suficiente como para entenderlo. En especial porque en sus videos ella nunca bromeaba.

Cuando salí del auto la vi buscando las llaves delante de su departamento. Me iba a acercar a ella cuando dos chicas pasaron por delante de mí. Jessica se volvió para decirme algo y una de las chicas estiró el brazo y le echó encima el refresco que llevaba en la mano.

Jess se detuvo con sorpresa.

—¿Qué mier...?

—¿Tanto te gustan los hombres? —la interrumpió la misma chica sin dejar de andar.

¿Qué mierda?

Las dos se alejaron soltando risitas y yo fui detrás de ellas para detenerlas. Jess pareció ver que no me veía precisamente contenta, porque me tomó del brazo y tiró de él para obligarme a detenerme.

Las chicas siguieron alejándose sin darse cuenta.

—¿Qué crees que haces? Quédate aquí —me ordenó Jess.

La miré sólo un segundo. El segundo que me bastó para ver la mancha de batido en su cabello y sudadera.

La sangre me hirvió.

—Déjame hablar con ellas.

Intenté zafarme, pero me obligó a meterme en el hall del edificio, donde no pudieran vernos.

Ella sabe que la odio | YA A LA VENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora