12. La verdad sobre Patricia

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ALEX


—Sigue provocándome y te romperé la mandíbula de un beso.

Tragué saliva y sonreí. Era un poco difícil de pensar con la fiebre. Sentía que me estaba muriendo y al mismo tiempo yendo al paraíso.

—¿Recuerdas cuando dijiste que no duraría ni dos segundos si me acostaba contigo y luego saliste corriendo? —Tomé su rostro con una mano y le presioné las mejillas—. Hablas mucho, pero nunca...

—¡Dios mío, cierra la boca! —gritó antes de besarme.

Besar a Jessica en un día normal ya era una experiencia de por sí, pero hacerlo con fiebre se sentía como bajar a los siete círculos del infierno. El segundo, en concreto: el de la lujuria.

Me faltó el aire. Su mano en mi cuello me estaba presionando, al igual que su cuerpo pegado al mío. Me aferré a su cadera sólo para tener algo de lo que sostenerme y acabé enganchando los dedos en la cintura de su pantalón.

Ella metió su otra mano entre mi cabello para apartármelo del rostro y tiró de él hacia atrás. Cedí y levanté la cabeza, dejando su mano en mi cuello expuesta.

Veía borroso.

Respiré hondo por la boca.

—¿Estás bien? —me preguntó.

No.

Bajó la vista a mi pecho un momento, donde mi respiración acelerada me delataba.

—Mis ojos están más arriba ¿Sabes?

Ella pareció reparar entonces en que me estaba viendo el escote, porque levantó un poco las cejas. Pero no apartó la mirada tan rápido como esperaba.

—Será mejor que descanses —dijo finalmente—. Lo último que quiero es que te mueras por besarme.

—Tus chistes no dan gracia, linda —murmuré—. Mejor déjamelo a mí.

Ella chasqueó la lengua y se apartó.

Sentí que pude volver a respirar. Ella ni siquiera pareció darse cuenta mientras caminaba de regreso a la puerta para marcharse.

¿Así se sentía salir con un fuck boy? ¿De esos que te dejan temblando y luego se van a jugar league of legends?

Ella enganchó su mano en la perilla de la puerta y se volvió para verme. Intenté verme lo más casual posible con fiebre. Puse una mano en mi cadera y desbloqueé la pantalla de mi teléfono para simular estar viendo algo.

—Alex.

Levanté la vista como quien no quiere la cosa.

—Estaba hablando en serio —dijo—. Si quieres continuar donde lo dejamos...

Mi teléfono vibró y una notificación de Facebook apareció en la pantalla. No pude evitar verla.

SETH HERNANDEZ HA ACEPTADO TU SOLICITUD DE AMISTAD

Qué.

Me llevé una mano a la boca.

Lo había olvidado por completo.

Seth me tenía bloqueada en todas sus redes tanto a mí como a Jessica. A ella no le había importado, pero cuando me dijo que él estaba con sus padres simplemente le envié una solicitud de amistad desde una de mis cuentas fakes.

No estaba obsesionada, lo juro. Sólo quería verlo y hablar con él. Sentía que había algo extraño en su desaparición repentina y luego de unos días lo había olvidado por completo.

Ella sabe que la odio | YA A LA VENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora