D O C E

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POV TETSUHIRO

Pedaleando de regreso a casa mi cerebro me mostro los recuerdos recientes que había almacenado, más específicamente: Hace unos minutos. Pensando con claridad, me he dado cuenta que Souichi actuaba un tanto extraño, evitaba contacto visual y se alejaba más de mi como queriendo evitar contacto físico. No sé si se debe a mi imaginación o realmente sucedía algo, y mi mente enseguida recordó cuando me pido darle espacio, y cuando se negó a salir conmigo. Algo me decía que ese varón quería evitarme, pero ¿Por qué? No recuerdo haber hecho algo para molestarlo, y mucho menos decir algo que haya podido causar enojo en él. Por más que buscaba algún motivo a eso, no había algo que pudiese rescatar para tomarlo como razón de su notable incomodidad.

Quizás debería preguntarle directamente, aunque eso podría incomodarlo más. En fin, preferí pensar en nuestra salida y aquello me regreso la sonrisa. El que me haya dicho que, si me hizo muy feliz, aunque aún estaba la posibilidad de que él se haya sentido presionado y solo haya aceptado para deshacerse de mí. Me causaba una molestia en el pecho aquella idea, y no sonaba tan descabellada conociendo al susodicho.

Ahora tenía la duda plantada en mi cerebro ¿Había aceptado solo para complacerme?

Llegue a casa con una maraña mental. Me baje de la bicicleta y la deje donde siempre: apoyada a la pared. Solía no ponerle cadena o algún tipo de protección contra hurto, en este pueblo no solían suceder esas cosas con la ley extremista de este sitio.

La puerta se abrió y me lleve una gran sorpresa: Mi madre salió de casa con Kanako. Ambas mujeres me miraron con una sonrisa y yo no tuve remedio que corresponder aquel gesto. Me acerque para saludarlas a ambas con un pequeño beso en sus mejillas.

-Kanako-chan ¿Qué hace aquí? -Pregunte. Inmediatamente me di cuenta que soné grosero y mi madre me lo certifico con su pesada mirada.

- ¿Y tus esos modales Tetsuhiro? –Reclamo pasando sus ojos de arriba abajo sobre mí con notable enfado. - La he invite para charlar –Respondió a mi pregunta en lugar de la jovencita.

-Una disculpa, no quise ofenderla, solo me ha parecido extraño verla aquí -Rápidamente arreglé mi error. Kanako soltó una risita.

-No se preocupe -Me tranquilizo mientras echaba su cabello hacia atrás. -Solo he venido por petición de su madre.

-Nuevamente discúlpeme, no quise sonar mal educado. Es un placer tenerla aquí, Kanako-chan –Repetí curvando un poco mi labio a modo de sonrisa amistosa y apenada.

Ella hizo un ademán con la mano restándole importancia, aunque yo seguía sintiéndome igual de grosero. Entramos a la casa llevados por mi madre con la excusa de querer cenar con nosotros, sabía que su objetivo era tenernos cerca para complacer a papá con su alocada idea de juntarnos. Avanzamos hasta el comedor en dirección a la gran mesa. Sentados y comiendo trozos de pan con queso y vino, mi madre comenzó una amena charla con la rubia mientras yo estaba distraído en los aperitivos que Margaret nos dejó.

De mi mente no salía Souichi, no podía dejar de pensarlo a él y esa sensación que me daba su compañía: incomodidad. Y no por mi parte, si no por parte de él y es que me estaba dando cuenta cuán difícil era descifrarlo. Así era él después de todo, hermosamente difícil. También estaban esos nervios que aparecían cuando se ve a la persona que te gusta sonreír, o cuando sabes que saldrás con dicha persona, así me sentía, como un adolescente enamorado, aunque enamorado solo y eso era lo más doloroso del amor.

Mi madre me nombró por lo que supuse, tercera o cuarta vez. Salí de mi trance dándome cuenta que había estado moviendo sobre el plato un cuadro de queso con el tenedor creando un leve rechinido con el roce del metal y la cerámica. Di un sobresalto sobre la silla y observé sus ojos cafés.

R E B O R N • Koisuru BoukunWhere stories live. Discover now