Q U I N C E

95 21 12
                                    

POV SOUICHI


-...Entonces Mathias Schleiden, botánico de origen alemán, llega a la conclusión de que todos los tejidos vegetales estaban formados de células. Y llega Theodor Schwann quien extiende las conclusiones de Schleiden hacia los animales y propuso una base celular para toda la vida –Observe a mis estudiantes tomar nota. Caminaba despacio entre la segunda y tercera fila, eran cuatro, por lo cual estaba en medio de dos. –Finalmente en mil ochocientos cincuenta y ocho, Rudolf Virchow llega a...-

-Tienen nombres extraños –La voz risueña de una niña me interrumpió. Los demás rieron suavemente ante ese comentario.

-Eso los hace más interesantes –Respondí. Todos estaban atentos a lo que yo decía y por primera vez me sentí escuchado en esa aula. –Bien, como decía, Virchow llega a la siguiente conclusión y es... –Me silencie en el momento que mis ojos conectaron con los verdosos de Tetsuhiro. Juro que sentí como el tiempo pareció detenerse en el segundo que nuestros ojos se encontraron. Me sentí dentro de una cronostasis, ese fenómeno en el cual parece que el tiempo se alarga demasiado, o se detiene unos instantes.

Maldita sea.

-¿Profesor? –Una voz infantil me saco de ahí, me sobresalte y gire a verlos buscando de dónde provino. Mis alumnos me observaron curiosos y la misma chiquilla de hace unos segundos volvió a hablar. -¿Está bien, profesor? –Pregunto analizándome con sus ojitos curiosos y algo preocupados. Asentí y carraspee un poco la garganta.

-Si si, lo siento. Continuemos –Retome mi caminar evitando a toda costa observar la ventana nuevamente. Ahora mi cuerpo advertía sobre la mirada intensa de alguien sobre mí.

¿Qué había sido eso? ¿Qué había sido ese momento tan confuso?

Tan intenso.

Negué leve con la cabeza sacudiendo cualquier pensamiento extraño y me concentre en mi clase. No le busque más con la mirada aunque tenía esa sensación de querer hacerlo, hubo momentos en que casi caía ante el impulso pero supe contenerme.

-Entonces hágale caso a sus padres, lo normal es buscar a tu futura esposa. Ya no siga, Tetsuhiro, está bien y yo no estoy molesto -Fue lo último que dije antes de voltear y marchar.

No tenía ánimos de seguir ahí, mi cabeza era un lío y yo no tenía ánimos de hablar y discutir por una razón estúpida. No quería verle, y él lo entendió ya que no me siguió.

Luego de ese suceso y de caminar un rato, llegue a casa, me duche, y me fui a dormir sin siquiera comer algo. Mi cabeza estaba llena de pensamientos revoloteando cual mariposas frenéticas picoteando mi cerebro. Y todo era un mismo pensamiento: ellos, él. No conseguía que mi mente borrara el recuerdo de Tetsuhiro y esa mujer en el restaurante. Las preguntas tampoco desistían en su causa de fastidiarme ¿Por qué me molesta? ¿Por qué le dije que no estaba enojado cuando si lo estoy? ¿Por qué lo estoy?

El hambre me golpeo el rostro obligándome a despertar de mi sueño. Mis ojos se abrieron y yo me levante segundos después con una expresión malhumorada. El reloj de pared marcaba las 2 de la tarde y me di cuenta lo mucho que dormí. Mis pies se metieron en los zapatos, yo me alce sobre ellos y camine a la puerta de la habitación la cual estaba entre abierta en un espacio lo suficientemente grande como para salir por el. Baje las escaleras, cruce y me adentre a la cocina iluminada por la luz solar. Decidí no encender la bombilla, toda esta zona de la cocina y la sala tenían buena iluminación por la variedad de ventanas que yo había decidido colocar para ese mismo fin.

Prefería la luz natural a la artificial. El sol bañaba la gran habitación en colores cálidos y le daba un toque hogareño.

Abrí la nevera, pude ver los restos del bentō del otro día ahí. Lo tome, lo saque y luego lo calenté para que este sea mi almuerzo. Sentado en la silla y masticando los alimentos, mis ojos se fijaron en la mesa y se perdieron en esta llevándome al mundo de los pensamientos. La imagen de Tetsuhiro y ella una vez más apareció en mi mente, pasaba a cámara lenta, él le colocaba el collar y luego besaba su mano, ella reía nerviosa y luego ambos se sonreían.

R E B O R N • Koisuru BoukunWhere stories live. Discover now