¿POR QUÉ ME ODIAS?

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ENTRE SUEÑOS Y REALIDADES (Capítulo 14)

NARCISA

—Es que ya te dije que no se que pasó Moisés, solo fui por ella, porque ya era tarde, esa familia es rara y en cuanto salimos de ahí, la niña se desmayó—

—Seguramente es por esa dieta que la has obligado a seguir—

—Claro que no, lo más seguro es que en esa dichosa comida se llenó de azúcares y grasa y como había estado comiendo sano, eso hizo que se sintiera mal, porque tu hija no tiene llenadero, siempre tengo que cuidarla de ella misma—

—¡Ya cállate! Sino le gritaras tanto, además ya no la llevamos a revisión después de esa enfermedad tan rara, hace casi un año de eso, deberías de llevarla, así salimos de cualquier duda—

—Pues mañana mismo la llevo, solo que iré a Zacapa, allá tiene un clínica privada el Dr. Barillas, fue quien la atendió—

—No me importa a donde sea, solo llévala—

Odiaba las discusiones con mi esposo y más por esta razón, los descuidos de Lúa, desde que ese niño apareció se la pasaba en un mundo de fantasía, no me gusta que esté cerca de él, y algo tendré que hacer, mientras pensaba, Lúa abrió los ojos, —Israel— musitó mientras restregaba sus ojitos.

—¿Qué tanto hiciste hoy? ¿Por qué te desamayaste? O es que debo preguntar, ¿qué tanto comiste?— dije en tono de regaño.

No dijo nada, solo me dio la espalda, era algo que me molestaba demasiado.

—Lúa, te estoy hablando, deja de ver hacia la pared—

—¿Por qué me odias?— Preguntó.

—¿De qué hablas niña?—

—Todo el tiempo me gritas, me insultas, pareciera que no sos mi mamá, es como si mi presencia te molestara, no entiendo porque hiciste todo porque mi salud mejorara si después de eso ibas a odiarme, hubiese sido mejor que me dejaras morir, no es bonito vivir sintiendo el odio de tu madre, al menos cuando estaba enferma me querías mamá, ¿qué hice mal?— Preguntó con una voz entrecortada.

Sus reproches me molestaron, ¿cómo se atrevía a cuestionarme? Era una niña tonta capaz de entender que a los gordos nadie los quiere y era lo que yo estaba tratando de evitar, así que respondí lo más sincero que pude a su pregunta.

—Nacer, eso hiciste de malo— dije, poniéndome de pie y saliendo de la habitación, sus sollozos fueron instantáneos, ni siquiera volteé a verle.

Al día siguiente me levanté de madrugada, levanté a Jesse a Lúa, para irnos al médico, Lúa ni siquiera volteaba a verme, la peiné, se cambió, mi esposo nos llevó a la estación de buses, salimos hacia Zacapa, llegamos allá, a eso de las 10:00 a.m. busqué la clínica del médico, nos dirigimos a ella, nos atendió en cuanto llegamos, mandó a hacerle análisis a Lúa.

—Todo está bien con su hija, señora, el poco peso que tiene de más es a causa de los esteroides que se le dieron para contrarrestar la enfermedad, pero ¡ya deje de vitaminarla, su hija no necesita vitaminas!—

—Doctor es que la enfermedad en su sangre pudo haber sido por falta de vitaminas—

—Señora no, usted no es médico, deje de vitaminar a su hija, o créame que cuando ella no pueda bajar de peso, la única culpable será usted, con referencia al desmayo, podría ser por mala alimentación, calor, muchos factores, ¿Lúa está comiendo bien?—

—La puse a dieta, señora, usted no puede poner a dieta a su hija sin la supervisión de un médico nutriologo—

Asentí.

Salimos de la clínica y me dirigí hacia la terminal de buses, pero algo pasó, un señora me habló y después de eso, no supe dónde estaba que hacía, caminé por minutos dentro del mercado y me sentía mal, mareada, veía cosas colgando pero no lograba identificar que eran, escuchaba ruidos pero no sabía que decían, sujetaba con fuerza mis manos para no soltar a mis hijas, porque aunque no tenía conciencia, sabía que las llevaba tomadas de mi mano, cuando llegué a la puerta del mercado, inhalé profundo y fue como si una venda hubiese caído de mis ojos, pude ver que lo que había colgado eran cántaros y ollas, me sentía aturdida, tomé mi cartera, para comprar un poco de agua, no había dinero, al parecer alguien me había drogado y se llevó todo mi dinero.

Sentí pánico, estaba lejos de casa con mis dos hijas y sin un solo centavo, me senté y lloré.

Continuará...

- Lissbeth SM.

ENTRE SUEÑOS Y REALIDADESWhere stories live. Discover now