EL MEJOR REGALO DE CUMPLEAÑOS

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ENTRE SUEÑOS Y REALIDADES (Capítulo 24)

Entré a la secundaria, en el mismo colegio cristiano, solo que ahora recibía clases en la tarde, y en la mañana ayudaba a mamá en los quehaceres de la casa, ya no tenía tanto tiempo de ver a Israel, pero empecé a notar todas las cosas raras que no noté de niña, yo nunca vi a Israel hacer tareas, nunca me dijo a que escuela iba, es más nunca lo vi ir a la escuela, pero ahora ya no lo veía tanto como antes, para poder preguntarle todo lo que me inquietaba, mis quince años se acercaban y por alguna razón yo sabía que no tendría fiesta alguna, y no porque no tuviéramos el dinero, o el tiempo, no, si no porque según mamá yo no tenía el cuerpo que se necesitan para usar un vestido de quinciañera, así que me hice a la idea de que no, yo no tendría fiesta de quince años.

Llegó julio, y con el llegó mi cumpleaños, me sentía rara, ya no quería ir al colegio, había empezado a sufrir bullying por mis compañeros, me empujaban, me insultaban, se burlaban de mí por fea, decían ellos, no podía contarle a nadie, no podía decirle a mamá, porque estaba segura que diría que todo era mi culpa por ser gorda, todos los días tenía que lidiar con ello, me empujaban y me pegaban, me ponían goma de mascar en el uniforme y cuando llegaba a casa mamá me gritaba por ser tan idiota y no fijarme en que me sentaba, ya no podía más, ya no quería, tampoco le contaba a Israel porque el poco tiempo que pasábamos juntos yo quería aprovecharlo, no quería ponerme a llorar.

El día antes a mi cumpleaños, me cansé, me harté de recibir malos tratos y golpes, así que cuando Tito, el chico que siempre me empujaba y sus amigos se acercaron a mí, me llené de furia, y cuando Tito intentó empujarme, le di una bofetada, él se fue encima de mí, y sentí que algo entró en mi, y fue como si Israel me dijiese aquí estoy, podría jurar que escuché su susurro en mi oído, así que golpeé con todas mis fuerzas a Tito y le arranqué unos cuantos mechones de cabello a sus amigas, obviamente fui llevada con el Director, quien me expulsó del colegio, porque según él, era un colegio cristiano, y ahí no estaba permitida la violencia, reí a carcajadas, mamá me llevó a casa y me dio la paliza de mi vida.

El día de mi cumpleaños desperté con fiebre por los golpes, no hubo un feliz cumpleaños, no hubo pastel, no hubo comida nada, yo era una mala hija que no merecía nada.

Limpié la casa, luego en la tarde salí a sentirme a la acera, me sentía triste.

Me tomaron de la mano, levanté el rostro y era Israel, sonreí en cuanto lo vi.

—Ven, acompáñame— dijo, poniéndose de pie.

Caminamos hacia nuestro lugar secreto, desde que íbamos llegando, noté algo distinto, todo estaba lleno de flores, olía delicioso, al llegar estaba toda su familia ahí, con un pastel y velitas, en cuanto me vieron empezaron a cantarme feliz cumpleaños, yo abracé a Israel, y me fue imposible no llorar, soplé las velitas, todos me abrazaron me desearon feliz cumpleaños, y nos sentamos a comer, sobre una manta colocada en el suelo, me sentía tan feliz, no podía creerlo, habían preparado comida para mí, y también había un pastel, Israel y su familia hicieron de mi día el mejor del mundo, Israel sacó una cajita y me la entrego, en cuanto la abrí empecé a llorar, eran dos pequeños collares con dijes de Saturno colgando, se colocó el de el y luego me colocó el mío, luego partimos el pastel, y la familia de Israel se despidió y se fueron dejándonos solos, yo abracé con mucha fuerza a Isarel, él se me quedó viendo a los ojos, los dos sonreímos y se acercó lentamente a mí, sus labios quedaron casi rozando los míos, yo estaba temblando, hace ya tanto tiempo que deseaba esto, inhalé profundo y entonces sus labios se unieron a los míos, puedo jurar que jamás sentí algo igual, el mundo se detuvo a nuestro alrededor, empezó a llover no nos importó, además los dos amábamos la lluvia, Israel llevó sus manos hacia mis hombros, y luego se detuvo.

—Perdóname Lúa, es que he deseado esto durante tanto tiempo y me es difícil contenerme— dijo, con la respiración muy agitada.

—No te detengas— respondí, bajando la mirada.

El tomó mi barbilla, la levantó, —nunca más vuelvas a agachar la cabeza por nada ni por nadie— dijo, besándome de nuevo.

Los besos eran más apasionados, colocó sus manos en mis hombros, bajó los tirantes de mi vestido y lo fue deslizando por todo mi cuerpo, hasta quitarlo completamente, se acercó a mí, me besó, y me recostó sobre la manta que estaba totalmente empapada al igual que nosotros, él quitó su ropa, quedó completamente desnudo, y yo me quedé boquiabierta, jamás había visto algo tan hermoso, quitó mi ropa interior, suspiró, se metió entre mis piernas, besaba cada parte de mi piel, me veía con tanto amor, sentí su erección rozar mi sexo.

—Por favor, no temas, no voy a lastimarte— dijo, preocupado.

—No lo hago, estoy en el lugar correcto, en el lugar más seguro del mundo— respondí.

El sonrió, y al verle sonreír me perdí en esa sonrisa.

El besó cada parte de mi piel, besó hasta le que nunca imaginé que podían besarme, subió me besó y mientras nos veíamos a los ojos se fue deslizando en mi interior, dolía pero él era tan tierno, cuando entró completamente, lo abracé con mis piernas, la lluvia nos abrazaba, él me besaba, y se movía lentamente, los dos gemíamos, y por alguna extraña razón con Isarael me sentía bonita, y mi cuerpo no me daba vergüenza, porque él no me veía con asco, el me veía con amor, con deseo, Israel aceleró sus movimientos y sentí una explosión de placer en mi sexo que se distribuyó por todo mi cuerpo, Israel gruñó, era como una explosión espacial, nunca sentí algo así.

Los dos sonreímos, nos besamos, todo fue como un cuento de hadas.

—Lúa, te amo— dijo Israel.

—Quiero más de esto— respondí.

Continuara...

- Lissbeth SM.

ENTRE SUEÑOS Y REALIDADESWhere stories live. Discover now