¡ESTOY SUCIA!

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ENTRE SUEÑOS Y REALIDADES (Capítulo 16)

—Lúa, Jesse, vayan a su habitación, dije un poco asustada y preocupada— las niñas tomaron sus juguetes y fueron a su habitación.

—¿De qué hablan las niñas?— Preguntó mi esposo.

—Ayer, cuando salimos del médico, llevé las niñas al mercado de Zacapa para comer algo, lo último que recuerdo con claridad es que una señora se acercó a mí, luego me sentí cansada, aturdida, mareada, con muchas náuseas, se me nubló la vista, no lograba distinguir nada, para cuando logré recobrar el sentido no tenía un solo centavo en la cartera, las niñas tenían hambre, una buena mujer que vendía comida ahí nos dio de comer, y nos ayudó a que el chófer nos trajera de gratis, de no ser por ella, no sé qué hubiese sido de nosotras, porque al parecer me drogaron para robarme el dinero— dije, llorando.

Moisés se acercó a mí y me abrazó, —pero, ¿por qué no me contaste? ¿Por qué querías que las niñas lo ocultaran?—

—Porque no quería que te enojaras conmigo, porque perdí todo, absolutamente todo el dinero que me diste— dije entre sollozos.

—Pero no fue tu culpa, no puedo enojarme por eso—

—Perdóname por intentar ocultarte las cosas, no volverá a pasar— dije.

Moisés limpió mis lágrimas, me dio un beso en la frente, y terminó el problema.

LÚA

Mamá y papá no discutieron, arreglaron todo fácil, así que pedí a mamá que me diera permiso para salir a jugar, quería ver a Israel, lo extrañaba, en verdad lo extrañaba, mamá dijo que si, pero que antes fuera donde los vecinos a dejarles un poco de la comida que había preparado, sentí pánico, mi corazón se aceleró, me dieron náuseas, pero no podía decir que no, no podía negarme a lo que mamá me decía.

Tomé las cosas que me había dado mamá, y salí rogándole a Dios que por favor me cuidara, que yo necesitaba que él cuidara de mí.

Llegué, toqué a la puerta me abrió Marleny y sentí un alivio enorme.

—Lúa pasa, yo ya voy de salida para el trabajo, pero Edgar está ahí— dijo, saliendo a toda prisa.

Quise irme con ella, pero no pude, Edgar me sujetó del brazo, tomó la comida, la llevó a la mesa, y me tomó del brazo, llevándome a la fuerza a la habitación.

—Pensé que no te vería antes de mudarnos, mañana empieza nuestra mudanza, pero que rico que viniste a despedirme— dijo, deslizando su lengua por toda mi mejilla, yo temblaba.

Me aventó a la cama, bajó mi pantalón, mi ropa interior, lo vi abrir su bragueta, tomó su sexo y se abalanzó sobre mí, me tocaba y su sexo rozaba mis piernas, él gemía, yo lloraba, colocó su sexo entre el mío, y empezó a deslizarse, temblaba, y yo ya no podía detener mis lágrimas, de pronto lo vi, estaba parado en la puerta, su rostro era de enojo, y yo sentí mucha vergüenza.

—¡Vete Israel, por favor no me veas así!— supliqué.

Edgar se detuvo, se puso de pie, y se me quedó viendo.

—¿Con quién hablas?— dijo.

—Con Israel, está parado en la puerta viéndonos— respondí.

El volteó a ver hacia la puerta con cara de asombro.

—No hay nadie, no voy a caer en tu juego, no vas a evitar nada con tus mentiras, hoy vas a ser mía— dijo, tirándose nuevamente encima de mí.

Yo sentía tanta vergüenza, intentaba cubrirme, no quería que Isarel me viera así, vi como cambió el rostro de Israel y salió corriendo hacia él, lo golpeó, Edgar se levantó, se me quedó viendo, subió su pantalón.

Isarael tomó un perfume y se lo tiró en la cara, Edgar me veía totalmente paniquiado.

—¿Cómo es que estás haciendo esto?—

—No soy yo, es Israel, no se como entró pero aquí está— mientras yo explicaba eso, Israel le aventó un cepillo, y yo subí mi ropa y salí corriendo.

Llegué a la calle y no supe más de mí, solo quería desaparecer, sentía mucha vergüenza de que Isarel me viera así, corrí, corrí sin detenerme, y cuando me di cuenta, estaba en el refugio que Israel había hecho para nosotros.

Me senté entre todas las flores de campanilla morada, y lloré, lloré por vergüenza, por miedo, por asco, sentía mi pierna aún mojada de que Edgar se rozara en mí, vi el río frente a mí, estaba crecido, y yo tenía esa extraña sensación de suciedad y asco, solo quería lavar mi cuerpo, así que caminé hacia el río, me metí y cerré los ojos, solo quería estar limpia, y la corriente hizo su trabajo de arrastrarme, no intenté evitarlo, solo entendí las manos y vi hacia el cielo.

Continuará...

- Lissbeth SM.

ENTRE SUEÑOS Y REALIDADESWhere stories live. Discover now