PEQUEÑA INGENUA

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ENTRE SUEÑOS Y REALIDADES (Capítulo 31)

Levanté el rostro y lo vi, era Ismael, creo que no le había puesto la atención suficiente porque no había notado que parecía un clon de Israel, Ismael me vio, extendió su mano, yo la tomé y me puse de pie con su ayuda, él me acompaño a la entrada del baño para que intentase limpiarme, pero fue inútil poco logré, salí del baño apenada por lo sucia que estaba, él me tomó de la mano.

—No te sientas avergonzada Lúa, esto no ha sido tu culpa, pero ven, acompáñame, ya sé que haremos —dijo, llevándome a la parte trasera de la escuela, donde movió un poco las ramas de la enredadera que cubría la pared, dejando al descubierto un agujero en la misma, yo me detuvo al verlo agacharse para salir por él.

—Ven, no temas, la escuela colinda con mi casa, este agujero nos llevará directamente al patio de mi casa, es la casa en la que crecimos Israel y yo —dijo, siendo esto último lo que me convenció.

Cuando pasamos el agujero, me quedé boquiabierta, era una mansión, de esas que solo ves en las películas, en verdad era impresionante, tenía piscina, yo no sabía ni que decir, o que hacer, él me tenía tomada de la mano, entramos y en la sala había un sin fin de fotos de Israel e Ismael cuando eran bebés, de cuando eran niños, y luego sólo habían fotos de Ismael, eso me hizo llevarme la mano al pecho, porque dolió, llegamos a la chimenea y justo en la parte de arriba de esta había una urna color azul marino con blanco, y la figura de un barquito de papel hecha de cerámica, con una plaquita de metal grabada que leerla me dolió el alma, ¡esa urna guardaba las cenizas de Israel!

«Nelson Israel Mori Orei
11/6/80-4/5/91
Descansa en paz pequeño marinerito»

Decía, y arriba de ella una fotografía enorme de Israel vestido de marinero, la vi y empecé a llorar.

—Esa fotografía fue tomada el día que murió, literal fue su última fotografía, él amaba vestirse de marinero y jugar con barquitos —dijo Ismael.

—Tu hermano es maravilloso, no merece el trato que le diste —dije, limpiando mis lágrimas.

—No te traje aquí para hablar de él, sino para que tomes un baño y te daré ropa de mamá —dijo.

—No, no, que vergüenza, tu mamá va a enojarse — dije.

—No está en casa, esta internada en una clínica de desintoxicación —dijo, subiendo las escaleras.

Llegamos a una habitación impresionante, parecía la habitación de una estrella de televisión, Ismael me dio una toalla, un pantalón y una blusa, me dio ropa interior nueva, con etiquetas, la tomé muy apenada, Ismael me llevó al baño, entré y ese baño parecía un escaparate de ventas con tanto producto para el cabello y cuidado de la piel, me metí a la ducha, elegí el agua fría, siempre he amado bañarme con agua fría.

Salí de la ducha y entonces le vi, me veía con los ojitos llenos de lágrimas, era Israel.

—Lúa, sal de aquí, no es seguro —dijo.

Le vi molesta.

—No puedo creer hasta donde llegan tus celos —respondí.

—Mi amor, no son celos, van a lastimarte y no quiero —dijo.

—Vete, no quiero verte —dije.

Me vio y no dijo más.

Salí de la ducha, Ismael me vio y sonrió.

—Sabía que iba a quedarte la ropa de mamá — dijo.

—¿Por qué lo sabias? —Pregunté.

—Porque también es una gorda sin forma —respondió, clavándome sus palabras en el corazón.

Continuará...

- Lissbeth SM.

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