¿POR QUÉ ME ABANDONASTE?

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ENTRE SUEÑOS Y REALIDADES (Capítulo 19)

Mi amiga y vecina Lindy llamó al señor que me llevaría al hospital en su auto, llegamos al hospital, ingresaron, tenía dolores leves, a la hora de la comida solo me dieron un vaso de fresco muy frío, lo bebí y sentí dos contracciones muy fuertes e intenté cerrar la puerta del baño, la enfermera me la empujó y me llevó a la sala de parto, no pasaron ni 15 minutos y yo ya había tenido a mi bebé, solo pujé tres veces y traje al mundo a una hermosa niña, que pesó 9 libras y media (poco más de tres kilos), me llevaron a la sala de maternidad, mi vecina se asombró porque yo di a luz en lo que ella salió a comerse unas papas.

La bebé era preciosa, y las más deseada, después del aborto que sufrí lo que más deseaba era tener otro bebé.

Para cuando salí del hospital mamá, y papá ya estaban en mi casa, mamá para cuidarme y de papá me asombró un poco, más porque había estado muy enfermo, el sufría de asma.

LÚA

Jamás voy a olvidar el día en el que mamá regresa del hospital y entró a casa con ese bolita de carne rosa, era una niña preciosa, gordita, pelona y rosita, mamá la colocó sobre la cama, y me acerqué a ella, la toqué e inmediatamente tomó mi dedo indice con su manita, creo que en ese momento no lo supe, pero hoy lo sé, ese día llegaba a mi vida, mi mamá, porque sí, mi mamá nació ocho años después de mi nacimiento.

NARCISA

Estaba en la habitación con mi bebé, cuando vi entrar a papá, se acercó a vernos.

—¿Ya sabés cómo se va llamar?— Preguntó.

—No, aún no— respondí.

—A mí me gusta el nombre de Shadia Jerusalem— dijo.

Me enterneció tanto, porque papá había estado mal, tanto que habíamos pensado que lo perderíamos.

—Pues a mí también me gusta, así se llamará— respondí.

Papá sonrió, y salió de la habitación, empecé a llorar, aún no sabíamos nada de Moisés, tenía miedo de que no llegara a conocer a nuestra tercer hija.

Los días pasaban, la familia de mi esposo llegaron a conocer a la bebé, entre ellos Adela mi cuñada, su esposo Saúl, y sus dos hijos, Darwin el mayor, Irvin el menor.

A mis hijas siempre les gustaba jugar con sus primos.

Para cuando Shadia cumplió dos meses y medio, recibí un citatorio en una de las dos cabinas telefónicas del pueblo, fui con mis dos hijas y la bebé en brazos, el corazón se me paralizó al escuchar la voz al otro lado del teléfono, era mi esposo Moisés, ya estaba en Estados Unidos, lloré diciéndole que muestra hija ya había nacido pero en verdad me sentía muy feliz.

LÚA

Con el nacimiento de mi hermana no había tenido tiempo de salir a jugar o ver a Israel, pero me hacía tanta falta, así que con el poco dinero que me daban compré un chocolate y salí a jugar, lo esperaba con tantas ansias en sentada en la acera de la casa, nunca apreció, fui hasta su casa, toqué, nadie abrió la puerta, así que fui por la parte de atrás, entré por la ventana, no había nadie, la casa estaba llena de polvo, telarañas y casi vacía, los pocos muebles que quedaba estaba cubiertos con sábanas blancas, sentí que mi corazón dolía, Israel era algo bonito en mi vida y acaba de abandonarme, y él había jurado que no lo haría.

Salí de la casa y me fui a mi casa.

Pasé el siguiente año yendo todos los días a casa de Israel y a también a nuestro refugio al lado del río, nunca más regresó, él en verdad me había abandonado.

No estuvo en mi fiesta de cumpleaños número nueve, pero si vinieron mis primos Darwin e Irvin, también mi tía Adela y su esposo Saúl.

Pasaban los días, las semanas y las visitas de mis tíos eran más frecuentes.

Entrada la noche, mi tío Saúl (siempre le he dicho tío a mis tíos políticos por respeto) se llegó a recostar la misma cama donde yo estaba, —juguemos a la casita— dijo.

Yo acepté muy emocionada, jamás imaginé lo que ese juego traería consigo.

Continuará...

- Lissbeth SM.

ENTRE SUEÑOS Y REALIDADESWhere stories live. Discover now