MI HOGAR

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ENTRE SUEÑOS Y REALIDADES (Capítulo 30)

Ismael se fue del lugar, dejándome tirada en el suelo, pero poco me importaba él, en este momento me importaba Israel, porque aunque no fue mi intención acababa de la lastimarlo, y a pesar de todo lo que menos quería era que la pasara mal, sentía culpa, empecé a caminar por el lugar, pero no lo veía, no lo escuchaba, no lo sentía, necesitaba verlo.

Lo encontré cerca del lugar donde hace algunos días nos hicimos el amor, estaba sentado, cabizbajo.

—Israel, lo siento, yo no sabía que Ismael quería decirte todas esas cosas y golpearte —dije, intentando disculparme.

Israel no respondió, solo volteó a verme, jamás vi sus ojitos tan apagados, porque a pesar de que siempre estuvo muerto, sus ojos brillaban es por eso que siempre los comparé con estrellas.

—Ese es el problema Lúa, que crees que todos son como vos, que piensas que todos son buenos, que son humildes, leales, incapaces de odiar o dañar, tal y como sos vos, ¡ese es el maldito problema! Que sos incapaz de hacer maldades y eso te hace ser incapaz de ver la maldad en otros, y por eso te lastimas y lastimas a otros, por eso me estas rompiendo el corazón, ¡me rompiste el corazón Lúa! Un corazón que desde hace diez años sigue aquí por vos, porque mi corazón ya no late, pero siente, y siente solo por vos, porque sos lo único que tengo, y ahora me odias solo por no querer irme de este plano para cuidarte, ¡me quedé para cuidarte! Porque yo te amo, este espíritu te ama, pero no podés perdonar que te ame tanto como para no querer irme a donde debo ir, yo ya sabía esto Lúa, yo iba a ver a mamá, a papá y a Ismael, había visto a Ismael maldecirme, por eso nunca busqué que me ayudaras a hablar con mamá, o con cualquiera de ellos, y decidí que mi única familia sería la que te presenté, porque me culpaban de todo el desastre que se hizo en mi familia, y yo no hice nada, yo solo morí, y nadie piensa en mí, ni siquiera vos has pensando en mí, descubriste todo y lo único que has hecho es gritarme y decirme cosas dolorosas, nunca has pensando en como me siento yo, sabiendo que amo a una mujer con la que jamás podré formar una vida, porque yo no existo en su mundo —dijo, tratando de ocultar sus lágrimas.

Sus palabras me hicieron darme cuenta de lo injusta que estaba siendo, y me sentí una mala persona, no me di cuenta en que momento las lágrimas empezaron a caer, —yo también te amo, y si estoy molesta es porque ahora sé que no podremos estar juntos y eso duele, porque te amo desde que era una niña, te amo y no quiero ser de nadie más que no seas vos, porque no quiero ver otros ojos, ni otras manos rozando mi piel, no quiero otro amor, yo quiero nuestro amor —dije entre sollozos.

Israel no dijo nada, solo corrió hacia mí, me tomó de la cintura y sus labios devoraron los míos, los dos llorábamos, nos abrazábamos fue un beso de amor, de desesperación, de perdón, sus manos tocaban mi rostro y las mías el suyo, sin duda alguna con o sin vida este era mi hogar, siempre lo supe pero ahora lo confirmaba mi hogar no era un lugar, era un él y ese él era... Israel.

Nos soltamos y viéndonos a los ojos, los dos sonreímos, —te amo —dijimos al unísono.

Acabábamos de hacer las pases, pero aún teníamos mucho de que hablar, nos tomamos de la mano y me acompañó a la escuela, fuimos juntos en el autobús, y me dejó en la entrada, llegué justo a tiempo antes de que cerraran, entré y fui recibida por un gran valde de agua sucia.

—La loca, corran todos —gritó Alexandrina la novia de Ismael, todos corrieron y algunos daban empujones hasta votarme.

—Ya déjenla en paz, no voy a permitir que la lastimen —gritaron.

Continuará...

- Lissbeth SM.

ENTRE SUEÑOS Y REALIDADESWhere stories live. Discover now