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20 de septiembre, 1977 ━━━━━━━━━━━━━━━ CHAPTER FIVE
"It turns out freedom ain't nothing but missing you, wishing I'd realized what I had when you were mine"
Remus se hallaba sentado en el césped recién cortado, cuando los ojos de August dieron con su figura cerca de las canchas de Quidditch. Otra luna llena había transcurrido, por lo que, en esos momentos lo único que él necesitaba era un abrazo. La Slytherin sostuvo entre sus manos el chocolate que siempre le obsequiaba para subirle el ánimo, y atravesó todo el campo con la mirada clavada en su objetivo: él.
Lupin sintió la presencia de un segundo cuando el sol dejó de alumbrar su rostro, encontrándose con la chica de sus sueños parada frente a él mirándolo desde arriba. — Hola, cariño—murmuró, tomando asiento cerca de su cuerpo. — Te traje un chocolate. —Le extendió el dulce, sintiendo un leve sonrojo creciendo en sus mejillas.
— No debiste molestarte. — Aceptó la golosina con una pequeña sonrisa. — Gracias.
August encogió sus hombros, restándole importancia. — Sé cuánto te gusta que te regale chocolates luego de cada luna llena. — Tomó su mano con cuidado, dejando una pequeña caricia en ella— ¿Te han dicho algo? Los idiotas de Malfoy y su séquito.
Lupin negó al instante. — Recibí algunas miradas por las nuevas cicatrices, pero no me volvieron a molestar. — Respiró más tranquila.
— Me alegro, Rem.
Ambos adolescentes de mantuvieron con sus ojos clavados en el otro, completamente ajenos a las personas de su alrededor.
Solo eran ellos dos.
August estuvo por hablar, confesando todo lo que se venía guardando hacía mucho tiempo. Gritarle cuánto lo amaba, y lo mucho que le dolía verlo con alguien más. Pero, todo ese plan se desmoronó cuando la voz de la joven Hufflepuff los hizo brotar de su pequeña burbuja.
La rubia se encontraba luciendo tan angelical como siempre, y Evans se sintió culpable por sentir tanto rechazo hacia ella. No solo trataba bien a Remus, si no que, también, era buena persona con ella.
De todas formas, no podía evitar la faceta de desconfianza que atravesaba cuando alguien ajeno al grupo comenzaba a pasar tiempo con ellos. Simplemente, se convertía en su peor versión: calculadora, fría, y juiciosa.
— Hola—saludó un poco nerviosa por la presencia de la serpiente.
August la observó de pies a cabeza por unos segundos, y asintió como respuesta. — Hola.
Emily se colocó a un lado de Remus, y plantó un pequeño beso en su mejilla— ¿Estaban ocupados? Puedo volver más tarde.
— ¡No! —Lupin exclamó, intentando calmar las ganas de besar a August. — Solo estábamos hablando de un proyecto para Herbología.
August sonrió lo mejor que pudo, y alzó la vista por encima del hombro del licántropo topándose con Sirius y James. — Me iré con mi marido—habló poniéndose de pie.
El ceño de la tejona se frunció, demostrando confusión, pero antes de que pudiera preguntar algo, Remus se le adelantó. — Sirius. —La miró por unos segundos. — August y Sirius están "casados".
— Hicimos unos anillos de papel en tercer año—comentó la Slytherin. — Bueno, debo irme. Un placer conocerte Emily. —La rubia sonrió tímida, y simplemente elevo su mano como despedida.
Remus la miró unos segundos, y August simplemente le sonrió sin mostrar sus dientes. En el fondo agradecía que Emily los haya interrumpido, de haberse quedado dos segundos más solos... quizás habría cometido el peor error de su vida.
Desde finales del año pasado, cuando Remus comenzó a cambiar físicamente, la Slytherin no pude evitar tener ciertos pensamientos que antes ni siquiera estaban en su mente.
Solo deseaba saltar a sus brazos y besarlo hasta que la respiración los obligue a separarse. Ella sabía que estaba enamorada de Lupin, y que deseaba pasear tomando su mano por todo el castillo, pero, últimamente, también deseaba escucharlo gemir su nombre cerca de su oído.
Se odiaba por sentirse así.
— Por favor, necesito distraerme. — August llegó hasta sus amigos, quienes estaban riendo por algo que ella desconocía.
— ¿Ahora nos hablas? Perra traidora. — Black la empujó sin tanta fuerza.
— Estuvieron todos estos días con Remus y su nueva novia. —Se defendió, recargándose en el hombro de su cuñado. — No iba a estar ahí.
— ¿¡Te gusta Remus!? —James gritó, ganándose un golpe seco en su nuca por parte de August.
— Cierra la maldita boca—masculló. — Están a unos pocos metros.
Sirius los miró, encontrándose con ambos jóvenes compartiendo saliva. — No creo que nos hayan escuchado.
James junto con August voltearon. — Quiero vomitar. —La más baja comentó.
— Lo siento. — Black tomó su mano. — No sabíamos que también te gustaba. Jamás le hubiese presentado a alguien de haberlo sabido.
La mujer asintió. — No es tu culpa, Sirius. — Le sonrió a medias. Solo tengo una mezcla de sentimientos que no logro hacer desaparecer.
— Explícate. — Potter acotó, dando un mordisco a su emparedado.
August miró a sus amigos por unos segundos, y con mucha vergüenza susurro. — Estoy demasiado hormonal, y cada vez que lo veo solo pienso en tener sexo con él. Pero, luego recapacito y digo: "Oh, también quiero tomar su mano, y dormir junto a él los días de lluvia. Quiero escucharlo contarme sus cosas, y abrazarlo cuando tiene pesadillas."
— Pero quieres cogértelo. — Black sentenció.
— Cállate—masculló— ¿Alguna vez les pasó?
— No.
— Si.
Respondieron al mismo tiempo, ocasionando que August rodara sus ojos. — No sé qué hacer—lloriqueó.
— Puedes desahogarte conmigo. — El moreno de rizos la miró con seriedad.
— ¿Me estás invitando a tener sexo, Black? —August arqueo una ceja.
James colocó una mirada de asco en su rostro, sin embargo, continuó comiendo su almuerzo en silencio, viendo como sus dos amigos seguían debatiendo sobre lo qué harían. Si bien le resultaba un poco extraño, no quería perderse ningún detalle del chisme.
— No tiene que ser algo serio, somos amigos hace muchos años. — Encogió sus hombros. — Ninguno tiene sentimientos por el otro, y solo nos usaremos por placer.
— Voy a vomitar. — Potter murmuró.
— ¿Cómo sé que no arruinaremos la amistad? —Evans ignoró a su cuñado.
— Soy Sirius Black, jamás me enamoro de las personas que me cojo.
August se mantuvo pensativa por varios minutos, sintiendo la mirada de sus dos mejores amigos sobre ella. Ninguno de los dos era virgen, por ende, no tenía tanta importancia. No estaban haciendo algo que fuera transcendental en su vida. Era simplemente... una ayuda mutua.
—Bien. — Estrecharon sus manos. — Solo una vez.
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