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8 de septiembre, 1993 ━━━━━━━━━━━━━━━ CHAPTER FOUR
"And if you're ever tired of being known For who you know You know, you'll always know me"
Remus soltó una risita disimulada, observando el rostro de su −nueva− amiga, mientras la mujer de la taberna le apretujaba las mejillas recordándole lo pequeña que era cuando estudiaba en Hogwarts. — Hacen una pareja adorable—murmuró, tomando la mano de Nott. — Avísenme si necesitan algo más. ¡Merlín! Eran tan pequeños. —Continúo hablando sin dejar de caminar hacia el sector del bar.
— ¿Escuchaste cómo nos dijo? —August susurró, ladeando su cuerpo cerca de los hombres que la acompañaban. — Son adorables. —Hizo una mueca de desagrado. — Soy una Slytherin, no puedo ser adorable.
— ¡No! ¿De verdad dijo eso? —Stefano cuestionó en el mismo tono indignado. — ¿Quieres que vayamos a darle una paliza? —bromeó, ganándose un pequeño golpe por parte de la mujer.
— Idiota.
— ¿Hace cuánto están en pareja? —El profesor de DCAO preguntó, antes de dar un sorbo a su café.
— Dos años—respondieron al mismo tiempo.
— Eso es mucho tiempo—aseguró el licántropo intentando ocultar su voz triste. — Jamás hubiera pensado que Stefano sería capaz de mantener una relación amorosa. —Palmeó la espalda del nombrado. — Pero, me alegra que sea contigo, pareces una buena mujer.
Evans sintió un escalofrío subir por su columna vertebral. — Intento mejorar.
— ¿Fue difícil? —Nuevamente la voz de Remus los obligó a levantar la mirada. — Criar a Harry sola...
— Creo que lo más difícil era verlo crecer, y sentir que estaba viendo a James de nuevo—balbuceó.
— ¿Y tú que has hecho, Remus? —Stefano cambió de tema, sabiendo que August odiaba hablar sobre Lily, y James.
— No mucho—reconoció evitando el contacto visual. — He tenido días mejores. Sin embargo, Betty ha sido mi salvavidas. —Una sonrisa tonta brotó de sus labios. — Apareció en el momento justo. Sinceramente, no sé qué sería de mi si ella no hubiera llegado a mi vida.
Augustine intentó sonreír lo mejor que pudo. — Creo que yo obligué a Stefano a que sea mi salvavidas—bromeó.
— Solo recuerdo tener un arma apuntando en mi cabeza y--
En esos momentos las puertas de la cantina se abrieron con gran impacto, provocando que todos los magos presentes dieran un respingo por el susto; la niña de trece años (que siempre acompañaba a su sobrino) se encontraba con sus ojos llorosos, y todas sus mejillas carmesíes. August se puso de pie sin dudarlo acercándose a Hermione, quien no dejaba de llorar, intentando averiguar qué le ocurría.
