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25 de enero, 1978━━━━━━━━━━━━━━━CHAPTER FORTY TWO

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25 de enero, 1978
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CHAPTER FORTY TWO










"Don't make me sad, don't make me cry
Sometimes love is not enough and the road gets tough"






August transitaba por los recovecos del colegio, sintiendo el viento fresco ingresando por las ventanas bordeando su cuerpo delgado, ocasionándole leves estremecimientos. Aquel domingo había amanecido nublado como si el clima supiera de antemano el estado anímico de la adolescente.

Vestía sus jeans holgados junto con un sweater que le había hurtado a Remus (el cual le tocaba dos dedos arriba de las rodillas); su cabello era un desastre, al igual que su maquillaje. Comúnmente llevaba un poco de rímel, y un insignificante delineado que resaltaba sus ojos, pero esa vez ni siquiera se había molestado en quitarse la pintura del día anterior. 

No le importaba qué la vieran en ese estado.

Las converse que resguardaban sus pies se iban arrastrando por el empedrado, mientras que sus manos -sin sus anillos habituales-, entraban, y salían, de una bolsa de frituras que Peter le había regalado. Sus ojos observaban los carruajes saliendo a Hogsmeade, al igual que los estudiantes corriendo entre la nieve para alcanzarlos a tiempo. Todos se habían olvidado de lo qué pasó, y August se sentía una idiota.

— August. — La voz del menor de los Black ingresó por sus oídos, obligándola a interrumpir su andanza. El más alto se localizaba con un abrigo color azabache, una camiseta –con cuello alto–verde militar, sobresalía debajo de su collar de plata, al igual que sus dedos anillados levemente escondidos en los bolsillos de sus pantalones de vestir. — ¿Te encuentras bien?

Regulus dio un paso en su dirección, siendo capaz de distinguir mejor las ojeras que reposaban debajo de sus ojos. — ¿Me veo bien? —preguntó irónica con voz ronca.

— No has dormido—dijo con obviedad.

August llevó su pulgar a la boca mordiéndose la uña de éste, antes de responder con labios temblorosos. — No puedo—confesó. — Cada vez que cierro los ojos... veo su rostro.

— He estado igual. Desde que mis padres me forzaron a.... tú sabes.

Evans miró a todos lados, siendo consciente de que estaban solo ellos dos en ese tétrico pasaje. —Tengo miedo—murmuró. — No quiero morirme.

— Sirius no dejaría que eso ocurra, tampoco Remus. — August notó sus ojos rojizos. Había estado llorando, al igual que ella.

— Nos hemos ganado la lotería con nuestras familias— bromeó sacándole media sonrisa a Regulus.

El moreno avanzó los dos pasos que los separaban, y sin importarle su reacción la encerró entre sus brazos con fuerza; ambos demandaban ese abrazo, pero él lo necesitaba más que ella. Augustine ocultó el rostro contra su pecho, y se permitió llorar. El nudo que tenía en su garganta la estaba sumergiendo, y no podía tolerarlo más.

Ninguno decía nada, y tampoco había mucho para opinar; el calor del cuerpo de Regulus era suficiente al igual que el aroma a vainilla que emanaba el cabello de August.








* * *








— No tengo hambre. — August murmuró, apartando el plato.

Marlene la observó por unos segundos. — ¿Dónde están tus joyas? Jamás sales sin ellas. — Tomó su mano—, y tampoco te has maquillado.

— Déjala en paz. — Sirius masculló.

— ¿Te has duchado? —La rubia continúo parloteando, ignorando a Sirius. — La pintura de tus uñas está desgastada, y tienes los labios muy secos. ¿Has estado tomando agua? Deberías colocarte un poco de pomada en la cara...

— ¡Marlene! —James intervino. — Detente.

— Lo siento, solo me preocupo. — August tenía la mirada clavada en la mesa de Hufflepuff, pretendiendo no pensar en nada. — Es raro verla tan desaliñada.

Los ojos de Sirius recorrieron la silueta de August. — Guárdate tus comentarios. — La defendió. — No necesitas decir todo lo que se te pasa por la cabeza.

El heredero agito la varita creando un cepillo, para segundos después intercambiar lugares con James; y sin pedirle autorización empezar a pasar el objeto entre sus mechones, queriendo ser lo más cuidadoso posible para no lastimarla.

Era cierto que todos estaban atónitos por el aspecto que llevaba la serpiente, pero también todos entendían el porqué. Nadie podía juzgarla. Marlene tampoco lo hacía, sencillamente manifestaba su intranquilidad soltando acotaciones que podrían dañar más los sentimientos de August.

— ¿Quieres que te sirva un poco se agua? —Potter murmuró.

Ella asintió. — Gracias.

La copa color dorada fue rellanada, y el capitán de Gryffindor se la extendió. — ¿Podemos hacer algo por ti?

August dio un sorbo largo al líquido, sintiendo que su garganta daba un respiro entre tanta aridez. — Están haciendo mucho al estar aquí conmigo.

El heredero Black terminó de desenmarañar todo su pelo, dejándolo recogido en un moño despeinado, como solía usarlo él. — No vamos a dejarte sola, Evans. — La mano fría del moreno acaricio su brazo. — Solo que... estamos preocupados.

Evans se recostó sobre el hombro de James, mientras intentaba controlar las inmensas ganas de llorar que sentía, dejando que su mejor amigo continuara con sus pequeñas caricias por su brazo. No sabía qué hacer para sentirse mejor, y tampoco quería arrastrar a sus amigos a ese pozo sin salida al que estaba cayendo.

No quería dormir, no quería comer, no quería bañarse, y mucho menos, tenía las fuerzas suficientes como para estudiar. Toda su vida estaba boca abajo, y ella era la única que podía solucionarlo, era consciente de eso, pero no encontraba la voluntad.

— Obtuve un diez en Transformaciones. — Remus llego con una sonrisa de oreja a oreja. — Fui la nota más alta de la clase, incluso superé a Lily.

August se reincorporo, con una pequeña sonrisa. — Te felicito, mi amor. Tomo su mano por arriba de la mesa, luego de que él se acomodara a un lado de Marlene. — Te dije que podrías hacerlo, eres el más inteligente del mundo.

— Que no te escuche Lily porque me acuchillara mientras duermo—bromeó. — ¿Te encuentras bien? —La observo detenidamente. Tenía la misma ropa del día anterior.

— Si, no tienes que preocuparte por mí. — Apretó su mano con cariño. — Siempre estoy bien.

Remus agudizo sus oídos, intentando escuchar los latidos de su corazón, para determinar si le estaba mintiendo, pero solo escuchaba unos golpes suaves. —¿Comiste? —Intentó cambiar de tema.

— Comí hoy temprano con Stefano—mintió.

"Prefiero morir antes que ahogar a Remus con mi tristeza", pensó August, mientras observaba como el licántropo asentía ante sus mentiras.



[maratón 1/3]







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𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐑𝐔𝐎 ⸻ Remus Lupin.Where stories live. Discover now