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1 de septiembre, 1993━━━━━━━━━━━━━━━CHAPTER ONE

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1 de septiembre, 1993
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CHAPTER ONE





"I imagine you are home
In your room, all alone and you open your eyes into mine
And everything feels better"






— ¿Estás bien? —Abrigó el toque de Stefano sobre su muslo, arrastrándola fuera de sus reflexiones.

Aquel día no solo comenzaba el tercer año de su sobrino, sino que, su trabajo como docente en Hogwarts. Luego de lo ocurrido en 1981 la joven solo se dedicó a cuidar de Harry dejando de lado todos sus estudios, y planes a futuro. Solo importó él. Pero, cuando el niño inició con su enseñanza primaria August decidió retomar su carrera como profesora de Historia mágica; no fue nada fácil, sin embargo, disfrutó cada momento en Francia. Mientras trabajaba de secretaria por las mañanas, en las noches estudiaba hasta que su cabeza no podía más.

Cuando la carta de Dumbledore ofreciéndole un empleo en el colegio llegó, lo único que hizo fue lloriquear –ese último tiempo lloraba mucho−, pero luego de charlarlo con Marlene decidió aceptar el cargo. Con sus miedos, y preocupaciones, ahí se encontraba... rumbo al lugar donde se prometió nunca más regresar.

— Estoy un poco nerviosa, eso es todo—cuchicheó, mirando a su acompañante por unos segundos. — Se siente raro volver.

— Yo estaba igual, el primer año—explicó—. Pero, una vez que llegas... créeme, todo se siente bien. Además, me tendrás ahí para apoyarte en todo lo que necesites. —Tomó su mano, dejando un pequeño mimo en ella.

Prontamente a su llegada de Francia, las cosas con Stefano comenzaron a cambiar. Descubrió en él un hombre que pensó jamás encontrar en su vida. Stefano Nott había crecido y se había convertido en una persona sumamente madura que no solo le brindó su amistad, sino que también, le enseñó que todos esos años... no la habían amado como ella se lo merecía. 

— Bueno, henos aquí. —El motor del auto se detuvo, y Evans enfocó su atención en el castillo. Un temblor corrió por toda su espalda, mientras descendía del vehículo, sin ser capaz de quitar la vista de aquellos terrenos tan conocidos. Podía escuchar la voz de su novio en sus espaldas, pero su mente no le permitía prestarle atención. — Sé que eres mujer, y yo debería hacer todo el trabajo pesado, pero realmente necesito una mano con tus maletas.

— Lo siento—respondió apenada. — No puedo creer que esté aquí.

— No ha cambiado mucho, ¿verdad? —La palabra de una mujer los forzó a virar. — Cuando Albus me comentó sobre tu llegada, no pude ponerme más feliz.

— Minnie—murmuró la menor, abalanzándose a sus brazos. — Sigue igual de hermosa que siempre.

Una risita tímida floreció de sus labios. — Y usted sigue igual de encantadora. — Acunó su rostro entre ambas manos, sintiendo un escalofrío al percatarse de lo parecida que era a Tom Riddle. — Me alegra tenerla de nuevo en el colegio, señorita Evans.

— A mí me alegra volver—confesó, emprendiendo su camino a las puertas del castillo. Las maletas se dirigieron a sus habitaciones correspondientes permitiéndole a Stefano dejar de quejarse por tener que hacer todo solo. — ¿Siempre fuiste igual de malhumorado? —cuestionó, acomodándole el cuello de su camisa.

— No, pero en esto me convertí al tener un hijo adolescente—chasqueó la lengua.

— Sino dejas de quejarte, te saldrán arrugas—murmuró, pasando sus dedos por los rizos despeinados de él. — Y dejaré de amarte.

— ¡Al fin! —exclamó. — Ya no te soportaba más.

Evans carcajeó, luego de darle un pequeño golpe en su brazo. — Idiota.

— Te amo—susurró besando sus labios.

— También yo—reconoció, con una pequeña sonrisa.

Ambos adultos se separaron, luego de escuchar un carraspeo por parte de Minerva. — Lamento la interrupción, pero los alumnos están por llegar. El resto de los profesores se encuentran en el comedor. Nott, acompáñela hacia su asiento.

— Andando, bella dama—canturreó, extendiéndole el brazo para que ella lo tomara.

Los ojos de la Slytherin transitaron el comedor por primera vez, y sin poder evitarlo, un remolino de angustia la asaltó. Podía escuchar las risas de Sirius en un rincón vago de su mente, los regaños de Lily ante las bromas que los chicos hacían; lograba ver la silueta de Marlene peleando con James; y luego, se veía a ella junto a Remus. Sin embargo, cuando comenzó a sentir las lágrimas acumularse debajo de sus ojos no dejó que su mente divagara mucho más. No podía llorar todo el tiempo, habían pasado doce años, debía superarlo en algún momento.

— Evans. —Un Severus Snape adulto, y muy cambiado físicamente, la saludó una vez que estuvieron en la mesa de profesores. — ¿Cómo has estado?

— Uhm, mi padre asesinó a mi hermana, y a mi cuñado—chasqueó la lengua—, mi mejor amigo está en prisión, mi exnovio no me recuerda, y como frutilla del postre me entero de que maltratas a mi ahijado de trece años. —Stefano soltó una risita burlona, la cual disimulo con una tos falsa. — No podría estar mejor. —Snape mantuvo su semblante serio, alejándose de la pareja sin decir una sola palabra.

— Lo destruiste en dos segundos. —Nott murmuro orgulloso.

— Imbécil—masculló.

Luego de lo acontecido en 1981 y la noticia de que Voldemort había muerto, la joven tuvo el permiso de Albus Dumbledore para regresar a su "vida normal" y poder conectarse nuevamente con sus seres queridos. Lo cual le resultó demasiado sínico de su parte, ya que, su hermana había sido asesinada. Solo unas pocas personas (las que la conocieron en su adolescencia) sabían acerca de su apellido biológico, sin embargo, el miedo que le tenían a Augustine y la angustia que había causado en el mundo mágico la muerte de tantos jóvenes, obligaba a las personas a mantenerse calladas acerca de Tom Riddle.

Una campanada se escuchó por todo el lugar, y August reconoció al instante lo que ocurría: los alumnos debían ingresar al Gran Comedor. Un poco nerviosa tomó asiento a un lado de Hagrid, quien no dudo en recibirla con una gigantesca sonrisa, y un cálido abrazo. Agradecía mucho que Dumbledore les haya devuelto la memoria a los profesores de Hogwarts. Si bien, faltaban las dos personas más importantes, al menos no se sentía como una extraña.

Los estudiantes ingresaban entre risas, y abrazos. Dándose cuenta de que había extrañado mucho la felicidad que le brindaban los adolescentes. No pasó mucho tiempo para que August viera a su ahijado, sin poder evitar saludarlo con gran euforia.

— Haz hecho un excelente trabajo. —Hagrid se ladeó unos centímetros para hablarle. — Harry es un chico excelente.

— Solo hago lo que mi hermana hubiese hecho—murmuró, sin quitar la mirada del adolescente de trece años. En absoluto, creyó poder amar a alguien con tanta intensidad, pero ahí estaba, dispuesta a dar la vida por un niño que no tenía ni un gramo de su ADN.

— Sin dudas, Lily estaría muy orgullosa—respondió, robándole una sonrisa.

Sin embargo, aquella sensación de serenidad no duró mucho más de veinte segundos; porque cuando sus ojos se apartaron del trio de amigos, y buscaron a Stefano, se encontró con unos iris pardos que, no se imaginaba volvería a ver.








— Remus.

𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐑𝐔𝐎 ⸻ Remus Lupin.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant