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21 de enero, 1978 ━━━━━━━━━━━━━━━ CHAPTER FORTY
"You make me wanna scream at the top of my lungs It hurts but, I won't fight you"
Stefano alzó la mirada con fastidio, luego de percibir que alguien había tomado asiento a su lado— ¿Qué quieres? —preguntó, regresando sus ojos al libro que descansaba entre sus dedos.
El licántropo respiró hondo, intentando controlar las ganas que tenía de golpearlo por hablarle de ese modo. — Debemos hablar. — Miró a sus costados, advirtiendo a algunos estudiantes cuchicheando por su cercanía. — Urgente.
El capitán de Quidditch cerró el libro, abrigando una pequeña opresión en su pecho. — ¿Algo le ocurrió a August?
— No, todavía—susurró, poniéndose de pie.
— Merlín, como odio a August por obligarme a relacionarme contigo—masculló guardando su libro muggle en el bolsillo de la túnica y persiguiendo al licántropo hacía la salida de la biblioteca.
En los pasajes del castillo se toparon con la cantidad normal de gente; estudiantes saliendo de sus clases, encontrándose con sus amigos, y transitando juntos hacia el comedor. Sin imaginarse que detrás de aquellas puertas se localizaba lo que les engendrará pesadillas por semanas enteras.
Cuando Lupin advirtió el abultamiento de gente en la puerta del Gran Comedor sus sentidos se pusieron en alerta. — Algo está ocurriendo. — Stefano volteó a verlo con el ceño fruncido.
— Solo están yendo a comer, no seas maniático. — Giró los ojos, dispuesto a continuar su camino hacia la Torre de Astronomía. — Lupin—gruñó, pero el castaño ya estaba caminando hacia la dirección contraria.
Nott lo insultó en voz alta, sin importarle si escuchaba siguiéndolo por segunda vez. — Eres demasiado inquieto. — Le dijo, llegando a su costado.
Los ojos del licántropo estaban clavados en el interior del aposento forzando a su cuerpo a permanecer plenamente inmóvil; los chillidos de los alumnos le enviaron un pequeño deja vú al igual que los tacones de Mcgonagall corriendo por el pasillo a sus espaldas. El Slytherin no se encontraba muy diferente, sus ojos habían dejado de pestañear, y lo único que escuchaba era su propio corazón golpeando con fuerza su tórax.
Tom Riddle se encontraba pacífico en el espacio de Dumbledore con diez de sus partidarios a cada lado de su cuerpo; todos tapados con una túnica azabache, y una máscara color blanca. Lupin conseguía oír el corazón de Stefano, y reparó en que era la primera vez lo observaba tan atemorizado. — Debo buscar a mis amigos—susurró, pero la mano del más alto lo detuvo.
— No te atrevas a irte. — Lo miró a los ojos. — Si algo te pasa August me odiará el resto de su vida.
— No puedo dejarlos solos. — Pero, antes de que pueda voltear al pasillo, los alaridos de Sirius lo alertaron.
