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2 de septiembre, 1993 ━━━━━━━━━━━━━━━ CHAPTER TWO
"I'd write this in the sky I miss you like it was the very first night"
— Nada de piedras mágicas, ni trolls, y te mantienes alejado de cualquier pasadizo secreto. —August iba recitando, mientras acomodaba el uniforme de su ahijado. — Si ves un basilisco, vas para la dirección contraria. ¿Ok?
— Si, mamá—bufó el adolescente, alejándose de la mujer.
Mamá Mamá Mamá
August observó al niño perdiéndose entre los estudiantes más grandes, experimentando una sensación extraña en su pecho. Pero, no tuvo tiempo de aclarar aquellas emociones, ya que escuchó la voz de Theodore a sus espaldas, y todo sentimiento de nostalgia se esfumó.
— Gracias por el chocolate, August. —El adolescente la abrazó. — Papá me dijo que podía comerlo luego del almuerzo. ¿Puedo comerlo antes?
— Si le dices algo, te asesino—respondió con complicidad, acomodándole a él también el uniforme. Recordando que solía hacer lo mismo con Sirius, y Remus.
— Gracias, eres la mejor—exclamó, corriendo lejos de la mujer hacia sus clases.
Evans respiró hondo jugando con el collar que colgaba por su cuello; solía hacerlo cuando se sentía ansiosa, y últimamente lo estaba haciendo con frecuencia. Sus dedos dibujaron la silueta de aquella R que, en su momento, significó muchísimo para ella.
— Señorita Evans. —Albus Dumbledore llamó su atención, obligándola a girar sobre su propio eje. — ¿Cómo se encuentra?
— Me he sentido mejor—comentó con cierta ironía en su voz.
— Lamento no haberle informado sobre la presencia del Señor Lupin—confesó, colocando sus manos detrás de su espalda. — Temía que, si le decía, no aceptaría la oferta de trabajo.
August negó, restándole importancia. — No hay problema, profesor. ¿Él...?
— No, Señorita Evans—murmuró, trayéndole un gran alivio a la menor. — Sus recuerdos se encuentran a salvo conmigo, y cuando usted lo decida, serán devueltos a su mente.
— ¿Cree qué debería hacerlo? —preguntó miedosa. — Él tiene una vida diferente ahora... está en pareja con una mujer, ¿lo sabía? Su nombre es Betty.
Albus asintió. — Lamento mucho que las cosas hayan sido así.
