CAPÍTULO 46

9.9K 846 224
                                    

LOST CONTROL
.
Leanne

David me mira y observo la sonrisa que culmina su rostro de forma inmediata.

—¡Amore! —exclama. Charlotte arquea una ceja, haciendo que se aclare la garganta—. Es broma, amor, así le digo yo para molestarla.

La presencia de Edward no me impide correr a abrazar a David que me corresponde al instante.

—Te extrañé —le digo cuando nos separamos—. ¿Cómo estás?

—Bien, ¿y tú?

—Bien —respondo y me da una palmadita en el hombro—. Pero creí que solo era algo entre nosotros con Charlotte —murmuro esto último solo para ambos.

—¿Te molesta su presencia?

—Nunca me agradó —susurro—. ¿Has invitado a alguien más y no me he enterado?

—No, solo nosotros. ¿Feliz?

—Claro.

—Leanne...

—David, no estoy enfadada —murmuro.

Antes de que alguno de los dos pueda decir algo más, Charlotte interrumpe nuestra conversación.

—Lamento interrumpir su charla de secretos, pero estoy hambrienta, ¿ya podemos proceder a servir la comida?

—Está bien —David le sonríe y traslada su mirada hacia Edward, quien parece más concentrado que nunca en beber su trago—. Maleducado, ¿no vienes a saludar a la visita?

Alza la mirada, haciendo que realicemos un contacto visual profundo. Se lleva el vaso a los labios sin romper el contacto visual y puedo sentir como, por sí solos, se me tensan los muslos y se me seca la garganta. Aun así, no me pesa alzar la mirada para encararlo.

Nunca he bajado la mirada ante nadie y él no será ninguna excepción.

—Bueno, veo que ya se saludaron —David interviene. De seguro notó la tensión al igual que Charlotte, pues esta última mira la situación con cierta intriga.

Obviando la situación, David y Charlotte se dirigen a buscar la comida. Nos quedamos a solas, el silencio se adueña de la sala y rodeo la mesa sin dirigirle la mirada pese a que siento la suya sobre mí, analizándome.

El ambiente es tenso, no diría que nervioso, pero si un poco extraño a mi parecer. El silencio no es mi fuerte y generalmente, no suele ser de mi agrado, pero no soy yo quien tiene que hablar, por lo tanto, el silencio me parece una opción razonable en esta ocasión. Mientras tanto, me permito recorrer con la mirada al hermoso comedor del apartamento. La pared está empapelada con un papel muresco vinilizado que le da un toque más elegante y distinguido al sitio. En las paredes, hay algún que otro cuadro artístico y puedo decir fácilmente que fue Charlotte quien los ubicó aquí. Es fácil de deducirlo porque David no es una persona muy familiarizada con lo relacionado al arte y no tiene este tipo de gustos, sin embargo, no tiene problema en aceptar las decoraciones que su esposa propone. La mesa es de vidrio, blanca, al igual que las sillas y el centro de mesa consiste en una pequeña cesta con frutas.

De repente, Charlotte y David regresan con las bandejas de la comida que cabe recalcar que tiene buena pinta y las dejan sobre la mesa. 

Tomamos asiento en nuestros lugares; Charlotte y David en frente, Edward —lamentablemente— a mi lado. Estoy segura de que, de ser por él, se hubiera sentado en otro sitio, pero no pareció darle mucha importancia y además, el plato estaba colocado en este sitio.

Y podría actuar más de manera inmadura, pero noto que prefiere resguardase, lo cual agradezco.

Sirvo un poco de la comida sobre mi plato mientras David abre la botella de vino que vierte en las copas de todos y así es como empieza la cena. Charlotte me pregunta cómo he estado, incluso interactúa un poco con Edward, pero este último no parece darle demasiada atención. De seguro David lo obligó a venir y lo probable es que ni siquiera le haya comentado acerca de la presencia de otra persona, al igual que a mí. 

Caricias ProhibidasWhere stories live. Discover now