CAPÍTULO 20

12.3K 832 27
                                    

TREGUA
.
Leanne

Abro la boca para preguntarle cómo carajos fue que logró acceder al pasillo de los camerinos sin ser detenido, pero la acción queda a medias cuando recuerdo que su hermana forma parte del equipo.

Podría mostrarme sorprendida ya que siento un poco de aquella emoción, pero no demasiado. A decir verdad, podría mostrarme de muchas maneras. Si le preguntara qué es lo que quiere sería en vano, ya que no es un secreto para ninguno de los dos.

—¿Tanta desesperación por mí? —indago, me acerco a él. Noto como me repara con la mirada y pese a que lleve un encaje que me cubre parte del cuerpo, me siento desnuda bajo su tersa mirada.

—No te creas tanto.

—Ajá —emito, cruzándome de brazos—. Lárgate, ¿quieres?

Se me acerca y la piel se me pone de gallina. El deseo se respira en la habitación y suelto un suspiro al enfocarme en sus ojos azules.

Siento una leve presión en el vientre.

—¿Quieres que me largue, entonces? —interroga.

Me muerdo los labios de forma discreta, tensando los muslos. Su rebusque de alguna forma u otra logra encenderme aunque trate de negarlo y aunque lo odie por sus actitudes de mierda. Él no es más que un arrogante, ególatra e imbécil al cual detestaré por siempre, sin embargo, no puedo negar el efecto que nos causamos el uno al otro.

—No me vengas a negar que te mueres por mí —continúa—. ¿O vas a dejar que tu orgullo de mojigata lo tome?

—Me parece que aquí el único que muere por alguien eres tú y es por mí, de lo contrario, no estarías buscándome.

Su mano toca mi rostro.

—Eso da igual cuando eso se trata de deseo a cambio de sexo. Piénsalo de esa forma, ambos ganamos algo mutuo a cambio de esto —se me acerca un poco más, aceptando cada vez más la distancia—. Por más que trates de negar una y otra vez el que me deseas, tu cuerpo me demuestra todo lo contrario. Tú misma me buscaste en mi propio edifico, no vengas a jugar el papel de la inocente, no te queda.

—¿Intentas proponerme una tregua?

—Tómalo como quieras, a mí me vale mierda. Solo ten en claro que ambos saldríamos ganando.

Suena como un trato beneficioso, pero...

¿Qué más da? Él quiere lo mismo que yo, ambos queremos lo mismo y por Dios, es la primera vez que siento que el deseo me está consumiendo a carne viva.

Lo detesto demasiado, y también detesto desearlo.

Me dejo de tonterías y termino de acortar la distancia que nos separa, plantándole un beso que sobrepasa los extremos de la fogosidad. Su lengua me recorre la lengua, tornando el beso en un augurio un poco más salvaje, agresivo, muy él.

De un segundo a otro, me lleva contra el tocador, provocando un gran estruendo cuando el artefacto choca contra la pared y el calor se siente como una punzada en mi sexo al sentir su erección rozarme el muslo.

—Oye... estamos en mi camerino —jadeo en voz baja.

—¿Y?

—Compórtate.

Mis palabras quedan en el aire cuando hace a un lado las bragas de encaje. Tenso los muslos ante su caricia lasciva en mi sexo que me obliga a apretar los dientes para evitar soltar un estruendoso gemido.

No quiero que nadie nos oiga, estoy poniendo todo en riesgo con esto.

Aprieto mis manos contra el tocador, sintiendo que soy una bomba con cuenta regresiva en contratiempo a punto de explotar.

Caricias ProhibidasWhere stories live. Discover now