CAPÍTULO 5

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ARROGANTE
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Leanne

—Era un imbécil, tenía escrito en la frente que era un arrogante de mierda —me quejo—. El muy imbécil osó hablarme de tal forma solo porque me choqué con él y no le bastó solo eso, lo peor es que la situación le divertía, es un bastardo.

No seas dramática, te lo comías con la mirada —atina David, desde la otra línea telefónica.

—No digas estupideces, ¿acaso viste cómo se comportó? Es un arrogante de mierda, lo tiene escrito en la frente, ya te lo dije.

Leanne te conozco muy bien, no vengas a jugar el papel de la inocente. Te gustó enfrentarte a él.

—No seas ridículo, voy a colgar.

Suelta una carcajada desde la otra línea.

Hablo en serio, ¿no viste cómo te miraba? Te quería estampar contra la pared y no precisamente para gritarte.

—Ajá.

No lo admitirás muy fácilmente y por eso finges desinterés, pero Edward te encantó, admítelo.

—Deja de montarte historias en tu cabeza —le refuto mientras termino de empacar—. Ese bastardo es un maleducado, si hubieras visto la forma en la que se creía superior a todos dentro de ese salón, se le notaba en su mirada y en su comportamiento —suelto un suspiro.

Edward es un poco peculiar en cuanto a su personalidad, pero no creo que haya querido hacerlo apropósito.

—Me da igual lo que tu amigo haya querido hacer o no —aclaro—. Solo mantenlo alejado de mí porque no me interesa ni mucho menos me agrada.

Claro, como quieras —bufa.

—¿En dónde están ahora? —interrogo, cambiando de tema, pues Charlotte y David salieron de luna de miel después de la boda.

En Bora Bora.

—Disfrútenlo, no pierdas el tiempo hablando conmigo.

Cómo diga, señora Vitali.

—Señorita, bruto —me quejo.

Suelta una carcajada.

Claro, señorita, que tenga un buen día, adiós.

—Tú también, adiós —cuelgo la llamada.

Cojo las maletas luego de haber pasado una larga semana en Nueva York entre galas, entrevistas, la boda de David y entre otras cosas. Ha sido una semana extremadamente invasiva, pero admito que me divertí un poco, pude pasar tiempo con Alexander.

Ahora que finalice mi trabajo, simplemente me queda regresar a Venecia, mi lugar favorito y donde vivo al menos por ahora. Abandono la habitación, dejando todo perfectamente ordenado.
Las puertas del ascensor se abren y me meto dentro del cubículo, presionando el botón que se encargará de llevarme a la primera planta del edificio. Una vez las puertas se abren, salgo del interior del edificio, recibiendo el frío de la mañanera ciudad de Nueva York. Trevor guarda mis maletas y me meto en el vehículo que arranca al cabo de unos segundos, trasladándome hacia el jet privado.

***

Me permito respirar el aire de mi apartamento al cual acabo de llegar, sintiéndome libre en Milán luego de haber permanecido en Nueva York durante una semana, una semana que pude compartir con mi hermano hasta que tuve que marcharme. Decidí dejar el pent-house desocupado por un tiempo y mudarme por un tiempo indefinido a mi apartamento que se ubica en la ciudad de Milán en la que me encuentro ahora.

Caricias ProhibidasWhere stories live. Discover now