Extra VI. Un poco de fe

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La semana 39 llegó a la velocidad de la luz y encontró a la familia Evans-Downey a mitad de la última comida en casa, antes de que tuviesen que partir al hospital a internar a Victoria

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La semana 39 llegó a la velocidad de la luz y encontró a la familia Evans-Downey a mitad de la última comida en casa, antes de que tuviesen que partir al hospital a internar a Victoria.

Estaban emocionados, incluso los niños no se le despegaban a la castaña ni para comer. Se aseguraban de seguir los pasos de su tío Chris el sobreprotector, cuya única tarea a lo largo de todo el embarazo fue consentir, cuidar y acompañar a su esposa.

Robert no fue la excepción, Victoria no quería aceptarlo pero su hermano y marido tenían algo en común, la obsesión por tratarla como si fuera una muñeca de porcelana muy frágil.
Si bien era cierto que llevar gemelas en el vientre no era nada sencillo, estaba orgullosa porque la mayor parte del tiempo no necesitaba ayuda para nada.

—¿Alguien quiere postre? — preguntó el actor y de inmediato todos los pequeños alzaron la mano.

—¿Helado? — intentó adivinar Miles.

—Casi, pastel de chocolate.

—¡Ese es mi favorito! — exclamó Avri emocionada, arrancándole algunas risas a los adultos.

Chris asintió con una sonrisa enternecida en dirección a su sobrina.

—Lo es, cariño.

—Voy por él — Susan hizo amago de levantarse pero Victoria inmediatamente negó con la cabeza y se puso de pie.

A estas alturas, tanto tiempo en la misma posición era la muerte para ella. Necesitaba estirar las piernas, aunque fuera solo en el corto trayecto a la cocina.

—No, tranquila. Ya voy yo.

—Amor... —Chris intentó replicar pero rápidamente cerró la boca al ver la mirada severa de su esposa.

—Dije que yo voy, tranquilo.

Cómo si pudiesen presentir algo, Dodger y Canela fueron detrás de la castaña. La seguían de cerca peor que guardaespaldas, lo cual fue un gran alivio porque notaron al instante que algo sucedía cuando Victoria se detuvo a medio camino, al sentir la intensa contracción que casi la obligó a doblarse por la cintura en tanto se inclinaba hacia adelante, tratando de disminuir el dolor en esa postura.

El Doctor le había enseñado a lidiar con las contracciones en la medida de lo posible, pero este dolor era diferente. Insoportable al grado de hacerla soltar jadeos cargados de desesperación.

—Mierda — instintivamente se llevó la mano a la panza.

Chris no fue consciente de lo que sucedía en el pasillo, hasta que Dodger llegó a su lado y comenzó a ladrar con fuerza y a tirar de su pantalón.

—¿Qué le pasa? — Robert frunció el ceño, viendo como su amigo trataba de tranquilizar al can.

—No lo sé — intentó acariciarlo, fue cuando Dodger comenzó a dar vueltas sobre su eje, hacía amago de volver donde su dueña y cada vez parecía más desesperado.

ALL OF ME  [Chris Evans]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora