No hay plazo que no se cumpla.

12 4 0
                                    

Esta vez, era Arturo quien interrumpía aquel silencio perpetuo que los envolvía, y descansando su mano en el hombro de William, le revelaba el porqué de su tardanza

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Esta vez, era Arturo quien interrumpía aquel silencio perpetuo que los envolvía, y descansando su mano en el hombro de William, le revelaba el porqué de su tardanza.

—Me demoré a propósito, sabía que necesitabas unos minutos con nuestra madre; te conozco lo suficiente. Espero que el tiempo que te di fuese suficiente para desahogarte. ¡Mira que no pienso ir a buscar agua otra vez!

—Gracias hermanito, gracias de verdad. Me sirvió de mucho. Perdona si no te digo lo que hablé con ella. Es un tanto personal. ¡Y ya estamos afuera idiota, no necesitamos agua!

—¡Mierda, tienes razón! Tranquilo hermanito. Tú jamás has tenido secretos conmigo, excepto con nuestra madre, y esos secretos los respeto, así como tú respetas los míos. —Refutaba con serenidad Arturo.

—Qué bonito que no nos tengamos secretos, salvo con nuestra madre, ella nos conoce mucho más de lo que nosotros nos conocemos. —A pesar de lo alejados que se encontraban se conocían a la perfección, por lo que era muy difícil el mantener entre ellos algún tipo de secreto.

—La viejita era única. Por suerte nos tocó por madre… por ella somos lo que somos, ¡salvo tú que saliste fallado!

—¿Te tragaste un payaso acaso?

—Ahora tu tarea es demostrarle que no desperdició su tiempo en tu crianza, y que eres mucho más de lo que por desgracia le ha tocado ver de ti desde la muerte. —Sentenciaba de manera más seria en sus palabras Arturo.

—Costará trabajo demostrarlo. —Murmuraba William, dejando sentir con sus palabras no estar preparado para demostrarle a su madre que no todo estaba perdido y que podía retomar el camino.

—La mayor parte del trabajo recae en ti. Por lo menos ya lo estás entendiendo, mira que ha costado mucho tiempo que te dieras cuenta, saliste bien duro de cabeza.

—Y va a seguir costando hermanito, quizás por cuánto tiempo. —Decía William, dando por sentado que el camino que estaba a punto de recorrer sería el más difícil de su vida.

—¡Deja de joderme la vida y meterme en problemas, —se quejaba de inmediato Arturo— dame un respiro si quiera, si cansa tener que dormir en el sillón! ¡Si sigo tratando de arreglar tus problemas voy a terminar sin matrimonio!

—¡De ser así te estaría haciendo un favor! —Exclamaba William, intentando disimular la risa que estaba a punto de expulsar.

Ambos se miraron luego del comentario de William, estallando en risas por largos minutos. Una vez que las risotadas por fin acabaron, se quedaron en silencio, como esperando a que sucediera algo. Por largos minutos cada cual permaneció sumido en sus pensamientos, dando uno que otro vistazo a la hora que marcaba el reloj que Arturo había instalado en el tablero de la camioneta.

Se cobijaban en la brisa que se escurría por la ventana, observando como esta mecía las hojas de los árboles. La visita a su madre había sido distinta y provechosa, en especial para William, dado los cambios que pretendía hacer en su vida, y el pedirle perdón por cosas que hizo y que dijo, sabiendo que el daño que le causaba a quienes intentaban ayudarlo no se comparaba con el daño ocasionado a la memoria de su madre, era una carga de la cual por fin se sentía libre.

UNA NUEVA IDENTIDAD. (COMPLETA)Where stories live. Discover now