Noche de insomnio.

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Ambos se quedaron silentes

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Ambos se quedaron silentes. Ante sus ojos se encontraba una familia destruida. ¿Quién iba a pensar que algo así ocurriría en sus vidas? Los problemas más grandes que tenían venían precisamente de uno de los presentes, William. Sin embargo, siempre encontraban la manera de sobrellevar esos problemas y encontrarles solución, aunque fuese pasajera. Pero por desgracia, quien se encargaba de remediar y solucionar esos dilemas, ya no estaba entre ellos.

Doña Carmela miró a su marido con desolación, sin saber qué decir en el momento. Sería un proceso largo el que daba inicio, y nadie sabía cómo afrontarlo. Debían primero vivir cada cual su duelo antes de tan siquiera pensar en el futuro. Con tristeza doña Carmela se acercaba a sus nietos y rompía el silencio.

—Ya niños, es hora de irse a la cama. —Les decía tiernamente.

—No quiero dormir abuela. —Confesaba con voz baja Trinidad.

—Yo tampoco quiero, prefiero quedarme aquí. —Argumentaba Kimberly por su parte.

—Menos yo, aunque no me crean. —Decía Jeremick observándolos a todos, esperando que alguien tomara sus palabras con sorpresa— ¿Nadie se va a sorprender acaso?

—Lo siento mis pequeños, —reaccionaba con serenidad doña Carmela ante las sentidas palabras de sus nietos— pero deben ir a la cama, no ganan nada con estar ahí. Además, deben dejarle el sillón a su tío, él también necesita descansar.

—Su abuela tiene razón, vamos niños, —proseguía don Eusebio, invitándolos a sus respectivas habitaciones— los llevaré a dormir.

—Ni siquiera tenemos pijama. Toda nuestra ropa se quemó, todas nuestras cosas, nuestros recuerdos se volvieron cenizas. —Decía Trinidad en voz baja y triste.

—Los recuerdos no mi niña, —reaccionaba William ante las palabras de su sobrina, al momento que se sentaba junto a ella y la abrazaba— los recuerdos los tendrán siempre en la mente y en el corazón, nunca olviden eso. Nadie se los podrá arrebatar.

—No se preocupen, duerman así nomás, ya mañana veremos que hacemos. Willy, tendrás que dormir en el sofá, no tenemos más camas. —Expresaba don Eugenio, invitando una vez más a dormir a sus nietos.

—No se preocupe señor, saldré a tomar un poco de aire fresco antes. —Le decía William.

—¡Supongo que aire va a ser lo único que vas a tomar! —Exclamaba de inmediato doña Carmela. La mujer no perdía oportunidad alguna para atacarlo.

—Usted como siempre diciendo lo que no debe decir. En lo que menos he pensado es en tomarme un trago. Y no tengo que darle ninguna explicación.

—¡Entonces sale a emborracharte con las amistades de mierda que te gastas! —Gritaba ésta, intentando tener un altercado con William. Ella simplemente no lo soportaba y no era de guardar las apariencias, sin importarle lo sucedido aquel día.

UNA NUEVA IDENTIDAD. (COMPLETA)Where stories live. Discover now