Las llamas de la venganza.

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A medida que avanzaba en su carrera, comenzaba a divisar un montón de gente y un par de carros bomba

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A medida que avanzaba en su carrera, comenzaba a divisar un montón de gente y un par de carros bomba. Al cambiar la mirada hacia su casa, con pavor veía que se levantaban verdaderas lenguas de fuego desde ésta. La desesperación en ese instante se apoderó de él, y por su mente solo pasaba la imagen de su familia, esperando que no se encontraran dentro de la casa. Al pasar entre la muchedumbre a punta de empujones, divisó a su esposa y corrió directo a ella.

—¡Gertrudis, Gertrudis, cómo estás, te encuentras bien mi amor! —Apenas estaba junto a ella, la sujetaba de los brazos.

—¡Arturo por favor has algo, las niñas están adentro y no me dejan entrar! —Le gritaba agónicamente apenas lo tenía en frente, tomándolo fuertemente de las ropas.

—¿¡Qué!?

Ante las palabras desgarradoras de su mujer, dio media vuelta y trató de ingresar a la casa, pero los bomberos que corrían de un lado a otro con las mangueras intentando controlar el incendio, le impidieron el paso. Éste actuar por parte de ellos le hizo perder el control. Sus hijas se encontraban dentro de aquella casa que era devorada por las llamas, sus vidas corrían peligro y debía salvarlas a cualquier costo.

Si perder segundo alguno decidió ingresar a como dé lugar, por lo que empujó a un bombero que se encontraba delante de él y corrió hacia el interior de la casa sin medir el peligro al cual se exponía con ello. Gertrudis era contenida por sus padres, que segundos antes habían llegado, dada la proximidad de sus casas, mientras ésta lloraba y gritaba de manera descontrolada queriendo a toda costa ingresar en auxilio de sus hijas.

Sus padres poco y nada lograban para hacerla entrar en razón, pues era absurdo que quisiera arriesgar su vida si los bomberos eran personas entrenadas para actuar ante semejante desastre. Los vecinos estaban congelados ante el desastre desatado ante sus ojos, incrédulos veían como el fuego hacía de las suyas y devoraba la casa de Arturo, aquella que con tanto esfuerzo y sacrificio, y con la ayuda de su mujer, había logrado levantar.

En ese instante lo primordial eran las vidas de sus hijas, quienes aún se encontraban atrapadas al interior de aquellas endemoniadas llamas. Los que vivían colindantes a la casa, desesperados sacaban lo que podían para evitar perderlo todo, en caso que el fuego no se conformara con consumir solamente aquella casa.

A pesar de que los bomberos hacían todo lo posible por controlarlo, el riesgo de que éste se propagara era evidente. En el interior, Arturo con desesperación gritaba los nombres de sus hijas, con la esperanza de lograr encontrarlas lo más rápido posible y salir con ellas antes que el fuego los atrapara.

—¡Trini, Kim, dónde están, respóndanme hijas, soy yo! —Gritaba con desesperación, intentando mirar a su alrededor, abriéndose paso entre el humo y el fuego desatado por doquier.

—¡Papi aquí estoy! —Exclamaba Kimberly, quien a duras penas descendía por la escalera que daba al segundo piso, aferrándose fuertemente a los brazos de su padre al llegar a éste.

UNA NUEVA IDENTIDAD. (COMPLETA)Where stories live. Discover now