En el lugar equivocado.

10 3 0
                                    

Aquel sigilo y sosiego fue interrumpido por el anciano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aquel sigilo y sosiego fue interrumpido por el anciano. Ya era hora que su enigmático visitante comenzara a hablar, y si no daba el primer paso para iniciar la conversación, aquel extraño no lo haría. Lo notaba aterrado y distante, como si esperase a que todo el mundo se fuera en su contra.

—¿Y dime muchacho, que te trajo a este lugar? —Preguntaba por fin el anciano, ya que desconocía los motivos de tan extraño visitante.

—Ayuda de su parte. —Respondía un tanto temeroso éste.

—¿Y cómo puede ayudarte un anciano como yo, si se puede saber?

—Espero que su ayuda me sea útil. —Decía éste, evadiendo un tanto la pregunta, pues no sabía cómo abordar el tema.

—Si no preguntas, no sabré si puedo ayudarte en algo.

—Vine porque me dijeron que podía ayudarme con un problema que tengo. Más bien, en encontrar a alguien en especial. —Se retractaba en sus palabras— Por lo que me dijeron, usted conoce mucha gente aquí, y espero que conozca a quien estoy buscando.

—Pues dime su nombre muchacho.

—¿Si se lo digo no me va a correr como lo hacen cada vez que pregunto?

—Si no preguntas, no sabré si debo correrte o ayudarte. —Respondía éste, con un tono de voz un tanto risueño, intentando no reír.

—Estoy en busca de aquel al que apodan simio. ¡Ya lo dije! —Expresaba un tanto aliviado al poder decir el motivo de su visita— Ahora puede correrme de aquí si quiere, está en su derecho.

—No te preocupes muchacho. Te propongo que terminemos esta ronda y volvamos por un poco de agua caliente para conversar. —Respondía sin embargo éste, y de manera cordial posaba una mano sobre el hombro de nuestro amigo, invitándolo a seguir caminando bajo la iluminada noche.

—¿De verdad no me va a correr de aquí? Su respuesta lo tomaba por sorpresa, pues lo normal para él tras pronunciar ese nombre, era que lo corrieran casi a patadas del lugar, exigiéndole el no volver más.

—Tranquilo muchacho, continuemos la ronda.

—Gracias señor, muchas gracias por sus palabras. —Decía aliviado éste ante la amena invitación, sintiéndose incluso más tranquilo a pesar de estar a media noche caminando por un cementerio.

—Antes de volver, quiero que me acompañes a un lugar en especial que hay aquí. Dada tu inquietud, es algo que debes ver antes de continuar nuestra conversación.

—Pues vamos, con gusto lo acompaño.

Caminaron por un sendero que rodeaba el cementerio hasta que llegaron a los pies de un pequeño cerro, donde se dejaba ver en la cúspide de éste, un pequeño edificio que no era otra cosa que el oratorio del cementerio. A un costado se erguía la figura de una Virgen con sus brazos extendidos, dándole la bienvenida a quienes llegaban al lugar.

UNA NUEVA IDENTIDAD. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora