Sinceridad.

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John Michael ya cumplía dos meses trabajando en el taller, sintiéndose muy a gusto en el lugar, no solo porque se desempeñaba en aquel mundo tuerca de la mecánica, una de sus más grandes pasiones, sino también por la compañía que tenía junto al an...

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John Michael ya cumplía dos meses trabajando en el taller, sintiéndose muy a gusto en el lugar, no solo porque se desempeñaba en aquel mundo tuerca de la mecánica, una de sus más grandes pasiones, sino también por la compañía que tenía junto al anciano. La relación entre los hombres crecía a pasos agigantados, al punto que John Michael no lo miraba como un jefe, sino como un amigo. Incluso si el tiempo lo permitía, se dedicaban a trabajar en aquel Porche.

Fueron muchas ocasiones en que se quedó trabajando hasta altas horas de la noche, argumentando que el día no le había alcanzado para finalizar la labor diaria, por lo que el anciano le permitía pasara la noche junto a él y dormir en el sillón. Ignoraba por completo que debía sortear cada una de esas noches para encontrar donde dormir, pese a que había logrado dar con un albergue que por las noches recibía gente de la calle, pero en muchas ocasiones no alcanzaba cupo para pernoctar.

Cuando esto ocurría, se internaba en el oscuro mundo de la ciudad para dar con el paradero de Federico, deambulando y recorriendo bares hasta altas horas de la noche sin obtener nada más que cansancio y falta de sueño. Poco a poco comenzaba a conocer aquella parte de la ciudad, un mundo con gente agresiva que no tendía la mano sin obtener algo a cambio. Y aquella agresividad explotaba exponencialmente si alguien desconocido osaba tan siquiera preguntar por alguno de los integrantes de la banda de simio.

Sin embargo, se aferraba a la idea que al dar con Federico o con alguno de sus secuaces, lograría que éste por fin lo guiara para estar frente a frente con el verdadero culpable de toda su desdicha. Ante la situación que estaba viviendo debía ser en extremo cuidadoso en su búsqueda, pues ahora ya no estaba solo y debía evitar que el anciano se convirtiese en un blanco para sus malhechores.

Poco a poco fue comprendiendo que aquella ciudad se encontraba completamente sumida en la oscuridad y el miedo, fruto del caos y el terror que la mafia del que apodaban simio impartía a su antojo, y como era de esperar, muchos preferían guardar silencio antes de dar un indicio del paradero de algún integrante de esa banda de desalmados.

Los asesinatos, robos y violaciones eran el pan de cada día, la fuerza policial poco y nada podía hacer, por miedo decían algunos, otros sin embargo daban por sentado que se debía al hecho de tratarse de no una, sino de varias bandas organizadas. Pero la verdad era que en esta ciudad la mayor parte de la fuerza policial estaba controlada por la banda del apodado simio.

Producto de sus constantes y arriesgadas labores nocturnas, varias veces tuvo problemas con el anciano por llegar tarde en las mañanas, pero el hombre perdonaba sus faltas y retrasos, comprendiendo la inmadurez producto de su evidente mentalidad juvenil, a pesar de no ser para nada un quinceañero, e intentaba aconsejarlo. Ignoraba por completo los reales motivos de sus constantes retrasos, ya que John Michael permanecía hermético en este punto, pese a las veces en las que el anciano no solo le preguntó, también lo amenazó con despedirlo.

En el fondo sabía que algo malo pasaba en la vida de su ayudante, sin embargo, éste todavía no tenía la confianza suficiente para contarle sus problemas. El anciano hacía mucho tiempo que se encontraba enfermo, y muchas fueron las ocasiones en que fue a dar al hospital producto de su enfermedad, la cual sin piedad alguna afloraba en los momentos menos esperados con una voluntad de hierro.

UNA NUEVA IDENTIDAD. (COMPLETA)Where stories live. Discover now