capítulo 8

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Estoy en mi habitación sola, mi mente solo puede pensar que a unos metros de distancia está Bruno. ¿Me siendo incómoda al respecto? Pues no, y eso me jode, me molesta. No puedo concentrarme en mi sueño, solo me muevo de un lado a otro en la cama y juego con mis manos. ¿Qué estará haciendo? Ya basta Agatha, deja de pensar en él. Pero no, la señorita no hace caso. Me pongo de pie y me coloco mis pantuflas, bajo sigilosamente las escaleras y me asomo, él está ahí, acostado en el sofá. Me acerco más y sus ojos están cerrados, su respiración lenta y regular, y su cuerpo tiembla. Si que hace frío y de cierto modo me siento culpable porque él está aquí incómodo en el sofá de mi casa pasando frío cuando podría estar en su cálida habitación. Subí corriendo las escaleras y agarro el edredón de mi cama, cuando vuelvo sigue en la misma posición, sonrío ligeramente cuando noto algunas muecas tiernas que hace dormido. Lanzo delicadamente el edredón sobre su enorme cuerpo, arreglo y cubro las partes descubiertas. Cuando llego a la parte superior, llevo la manta hasta su cuello y no sé por qué me quedo viéndolo más de lo requerido. Decido alejarme pero su mano me retiene y me acerca más.

— ¿Espiando Agatha? — se burla.

— Solo trataba de ayudarte idiota.

Intento alejarme, mi cuerpo está sobre el suyo y sus manos me agarran de la cintura presionando más.

— ¿Me sueltas? — le digo.

— O sea que me acosas e intentas dar a entender lo contrario? — arquea una ceja.

— Qué manía tienes de creer que te acoso. Pero yo me alegro que me pasen estas cosas, eso me pasa por querer ayudarte, debí dejar que te diera una hipotermia en este sofá.

— Hablas mucho Aghata. — se ríe.

— Déjame en paz Bruno. — cierra los ojos cuando hablo.

— Siempre que decían o dicen mi nombre es para gritarme, o regañarme o reprochame algo, sin embargo, tú lo dices con todas esas intensiones pero suena suave en tus labios. — habla con los ojos aún cerrados.

— No me importa. — le digo para acallar mi desbocado corazón e ignorarlo.

Me suelta, pero tardo unos segundos en reaccionar y alejarme. Él se sienta y su semblante cambió de juguetón a ser serio. Me siento a su lado y permanecemos en silencio, hasta que decido hablar.

— Puedes ir a tu casa si quieres, me sé cuidar sola.

— No sabes hacerlo, sino tu madre no me hubiera pedido el favor. Hay que cuidarte Agatha. — lo último fue a penas un suspiro mientras cierra los ojos y pellizca el puente de su nariz.

— No soy una niña. — llevo mis rodillas a mi pecho y las abrazo. — Estoy cansada de la sobreprotección o que me vean como una delicada flor. Mi madre tiene que aprender a soltarme y dejarme andar por mis propios pies.

Nunca había hablado de esto con nadie,  no sabía que necesitaba tanto liberarme y decirlo, simplemente eso, soltarlo.

— Tu mamá te ama Agatha, y hace lo que cree que es lo mejor para ti. Sus motivos tendrá. — motivos que nunca te diré.

— Lo sé — agacho la cabeza. — Pero a veces siento que axficia. — suspiro.

— Es que eres muy arrogante y te crees que lo sabes todo. — ahora se ríe solo.

— Mira quien lo dice. — pongo los ojos en blanco.

— Soy guapo, yo puedo ser arrogante.

— Perdón su majestad por ser tan fea y no tener derecho a la arrogancia.

— Eres hermosa.

Nos quedamos en silencio ambos. Está claro que él no planeaba decir eso ni yo tener una sonrisa boba en mi cara. Lo miro de reojo y él lee algo en su celular o no se si es una escusa para no verme a la cara.

Inefable: Fuera de este mundoWhere stories live. Discover now