capítulo 34

53 5 0
                                    

Pov Bruno.

La idea de volver a la escuela solo se me hace atractiva porque podré verla a ella. Días sin verla, siento que me estoy ahogando un una profunda y dolorosa agonía, no quiero ni pensar en el día en que...

Me goloeo y me obligo a alejar esas ideas de mi mente. Ella está aquí ahora, está viva y debo hacer lo posible por recuperarla, por disfrutar de esa vida a su lado. Yo la amo, y no me cuesta trabajo reconocer con mi boca lo que mi corazón aceptó desde hace mucho tiempo atrás. Desde que éramos unos críos sabía que Agatha era importante para mí, no imaginada hasta que punto porque no tenía ni edad ni experiencia para cronometrar mis sentimientos pero, ahora que la tuve, sé que la magnitud es incalculable, la necesito conmigo, para siempre, o más bien, para el tiempo que tengamos.

Mi madre me contó que habló con Katy, existe una posibilidad. Un tratamiento experimental del cual no tienen muchas espectativas pero la fé es enorme. Dentro de unas semanas comenzarán los estudios a ver si pueden someterla a dicho tratamiento. Tengo miedo, no voy a mentir, pero, la esperanza por su bienestar me mantiene positivo.
El tratamiento es muy caro, mis padres se ofrecieron a pagarlo, mi pecho se quebró cuando Jaty llorando se arrodilló a agradecer, estaba mirando de lejos sin poder saber qué sucedía hasta que hablé con mi madre.

— Bruno... — la severa voz de mi padre me hace verlo. Vive enojado conmigo desde el día del accidente, y no lo culpo, fui un irresponsable. — Te haré una advertencia ahora que no está tu madre para defenderte. — Se acerca y señala con su dedo en señal de imposición. — La mínima llamada que reciba del instituto quejándose de tu conducta...

Me lanza un sobre sobre mis piernas. Lo miro a él y luego al sobre, lo agarro y lo abro. Mi sangre hierve pero me detengo, no hablo, ni una sola palabra sale de mis labios.

— Es una planilla de inscripción al ejercito, está completa, solo falta tu firma. Una más Bruno, solo una, y te juro que enderezo tu vida y tu conducta.

Por una vez en mi vida, intento ser inteligente. Tengo todas las de perder ahora porque, estoy en una silla de ruedas, mi padre está enojado, y aunque tengo 20 años aún soy menor de edad en algunos ámbitos legales y mi padre tiene derecho a cumplir su amenaza. Además que, lo que menos quiero es estar lejos de ella, no si quiero recuperarla.

— Ya estoy lista. — llega mi madre mientras arregla su cabello. Nos mira sin entender nada pero mi padre la besa en la mejilla.

— Encenderé el auto. — dice Naill mientras sale de casa.

— ¿Qué es eso? — pregunta mamá con recelo. Lo guardo en mi mochila.

— Nada Aurora, vamos. — no quiero ser borde con ella, pero tampoco quiero preocuparla más y menos con esto.

El camino al instituto es un subidón de adrenalina y nervios para mi. Mis manos sudan como nunca, ni siquiera cuando salgo a un partido me pongo así. Cuando el auto de papá se estaciona, medito varias veces si lo mejor es salir o no. Me sorprendo porque jamás he sido un chico de miedos pero, sé que la cagué, y no temo por mi, temo por lo que está pasando ella. Harry me ha contado. Nos hemos vuelto muy cercanos y gracias a él me he mantenido al tanto de Agatha. Está siendo difícil para ella por mi culpa, y tengo miedo de cómo voy a reaccionar si veo que le están haciendo daño.

《Es irónico porque el mayor daño de su vida se lo he ocasionado yo.》

Mi madre y mi padre me ayudan a bajar del auto. Puedo ayudarme con las muletas pero el doctor recomendó que no hiciera el mínimo esfuerzo sobre la pierna afectada ya que soy deportista, darle el mayor descanso y cuidado posible para su pronta recuperación sin la existencia de complicaciones o fisuras.

Inefable: Fuera de este mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora