capítulo 30

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Pov Bruno.

Doy un portazo y salgo a la mayor velocidad posible de mi casa. Escucho a mi padre llamarme y por su tono de voz se que está enojado, pero no me importa, que se vaya a la mierda si es posible. La peor parte de las peleas con Niall Troll es que mi madre siempre está en medio, ella sufre todo y no sé como ayudarla, aunque quisiera, no sé como ser un buen hijo.
Agarro mi móvil y llamo a Nico, responde enseguida.

— ¿Qué onda bro?

— Necesito hierba, una piedra, una inyección, algo, lo que sea. — me subo al auto.

— Claro, pasa por casa, aquí tengo de todo.

— Bien. — cuelgo y pongo el auto en marcha a toda prisa.

Nico es mi mejor amigo, él está en la universidad, lugar donde supuestamente yo también debería estar pero, pasaron cosas. Bueno, si, esas cosas que pasaron fueron 2 años enteros en rehabilitación luego de que casi muero por una sobredosis. Estuve cerca de dos meses inconsciente, cosa que casi nadie sabe. Dirán: ¿por qué seguir metiéndote esa mierda? ¿Eres estupido?
No, no lo soy, o quizás si lo sea pero, con toda la porquería que traigo en mi cabeza, créanme que lo que necesito  es una rápida solución y no el tipo sermón de que los jóvenes somos la esperanza de la sociedad, no cuando esa maldita esperanza matan sus cerebros consumiendo drogas, alcohol o cualquier tipo de vicio requerido, ¿saben por qué? Porque nos presionan, porque nos destruyen, porque nos quieren obligar a seguir normas y pautas que al final del día no te sirven para nada. Solo tienes una vida, no seas idiota y vivela realmente, cuando mueras, todo va a seguir igual, no serás un mártir por no romper las reglas.

Llego a casa de Nico, me abre la zorra de su novia, trae solo ropa interior. Lana está en mi instituto, si digo que es una zorra, es porque lo es. He follado con ella, si, con la novia de mi mejor amigo pero, en el retorcido mundo que viven juntos, eso es excitante para ellos, yo solo estaba drogado y necesitado, en fin.

— Ah, hola troll. — dice con una sonrisa coqueta.

— Superame.

Le digo y paso por su lado chocando su hombro. Subo las escaleras directo a la habitación de Nico, el humo y fuerte olor a marihuana inundan el lugar, me lanzo en el suelo a su lado y doy una calada de su taco mientras me ofrece uno nuevo.

Cierro los ojos y dejo todo ir disipandose en mi mente. La muerte de ella, mi niña, siempre será un fantasma que llevaré y uno que me rehuso a dejar ir. Mi hermana era la luz de mis ojos, y si ella se apagó, mis ojos también lo hicieron.

Voy de vuelta a casa, mis pupilas inyectadas en sangre, la música súper alta en mi auto y yo intentado seguir la letra y el ritmo. El seguridad del condominio me deja entrar pero puedo notar su gesto de desaprobación, cosa que ignoro claramente porque, estoy tan drogado que podría ver un unicornio o, un angel.

— ¡Mierda! — estaba demasiado entretenido y no noté el cuerpo de esa chica o, ese Ángel?

— ¡Ey, ey, ey, ey, cuidado niña!

Una criatura celestial está frente a mi, sus ojos cerrados se abren y sus iris azules que me parecen tan familiar me hacen querer apreciarlos de cerca. Detengo el auto abruptamente y me sacudo dentro. No puedo dejar de verla porque ¿es idiota? Cómo va caminando por las calles con los ojos cerrados. Salgo del auto y lanzo al puerta. Me acerco a ella enojado o pueden ser las drogas las que están hablando. Le grito y reclamo pero parece no  hacer caso a nada, es como si estuviera flotando.

— ¡Estás loca o qué! ¡Qué tonta! ¡Podría haberte matado niña!

Sus ojos azul celeste están ahora sobre mi, creo que podría perderme en ellos, pero ¿por qué pienso que la conozco? Es muy familiar.

Inefable: Fuera de este mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora