CAPITULO 4

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–¿Puedes fingir al menos que te divierte estar aquí?

–Joder Ayla, si ya tienes suficiente ropa, ¿para qué más?

–Te estoy diciendo que necesito un vestido para la gala de esta noche, Alex.

Él resopló cansado y me entregó los cuatro vestidos que colgaban de su brazo. Se dejó caer en uno de los sillones que había pegados a la puerta del probador y yo entré a probarme cada una de las prendas que había elegido.

–¿Qué te parece este? –dije pasándome las manos por el vestido azul cielo que llevaba puesto.

–No se... pruébate otro.

Cerré la cortina y procedí a bajarme la cremallera de la espalda con gran esfuerzo. Esta noche mi deber era deslumbrar, tenía que llevar el vestido perfecto, el maquillaje perfecto, la sonrisa fingida perfecta, o eso se había encargado de decirme mi madre desde que me había despertado. Porque es un gran esfuerzo tratar de ser perfecta siempre, tratar de aparentar algo que no quiero ser delante de cientos de personas, pero lo más jodido es tener que aparentar ser perfecta delante de mi propio reflejo, en mi propio espejo.

–¿Y este? ¿Qué te parece?

–¿Has engordado? –preguntó fijando su vista en lo alto de mis muslos.

–Un poco... pero nada más que unos pocos gramos.

–No deberías hacerlo si quieres presentarte a la audición, no te cogerán si estás gorda.

Apreté mis puños con fuerza clavando mis uñas en las palmas de mis manos y no dije nada, me miré en el espejo tratando de borrar de mi mente sus palabras y cerré de nuevo.

–Pruébate el último vestido, quiero salir de este lugar ya.

Me lo probé sin ganas, aunque el vestido era realmente precioso, largo, con una pequeña abertura en la pierna y ajustado, de color verde esmeralda que combinaba con mis ojos a la perfección.

–Ese me gusta, los demás eran muy cortos. Te sienta fenomenal.

–Gracias. –musité.

Pagué aquel vestido y Alex me dejó en la puerta de mi casa. Justo en el momento en el que introduje la llave en la cerradura una llamada de un número que desconocía sonó en mi teléfono.

–¿Hola?

–Hola, ¿quién es? –pregunté.

–Soy el chico de las fotos. No sé si me recuerdas, eras...

–Ayla. Sí, me acuerdo.

–Ya están listas, te he enviado unas por mensajes y he impreso otras, pensaba que queríais tenerlas también en papel. ¿Podrías pasarte a recogerlas?

–Claro, dime cuando y donde.

–Espero que no sea problema, pero, ahora mismo tengo un hueco, trabajo en un bar de Callao, ahora mismo te envío la dirección. Si no puedes, estaré allí...

Le interrumpí antes de que continuara. –Sí puedo, enseguida estoy allí. Gracias de nuevo. –colgué la llamada y saqué la llave volviéndola a meter en el bolso.

Caminé por las calles de Madrid sin prisa hasta llegar a la dirección que me había enviado aquel chico sin nombre. Me paré en la puerta de una pequeña cafetería decorada con flores y entré sin saber muy bien con quien hablar. Apenas había gente, un par de personas sentadas en unas mesas tomado café y un camarero en la barra. Era un ambiente agradable, la música no estaba a gran volumen y sonaban temas actuales. Me acerqué a la barra recolocándome los mechones de mi melena castaña por detrás de la oreja y me paré hasta que el camarero terminara de preparar el pedido de un cliente que estaba parado a mi lado.

–Hola. ¿Qué desea tomar?

–Hola. No yo, no vengo a consumir nada, quería hablas con... bueno, no se su nombre. Es un chico castaño, con media melena. Me dijo que le encontraría aquí.

–Sí. El fotógrafo.

–Justo.

–Dame un segundo.

Le sonreí como respuesta y apoyé mis brazos en la barra mientras daba pequeños golpecitos con las uñas en la madera. Cuando levanté la vista de nuevo iba acompañado con el chico que nos fotografió hace días.

–Aquí os dejo. –dijo el camarero antes de salir de detrás de la barra.

–Soy Oliver. –dijo sonriendo.

–Ayla.

–¿Vienes a por las fotos verdad? –dijo sacando un sobre de su bolsillo trasero.

–Sí.

–Sé que tu amiga dijo que queríais solo las dos últimas, pero os he impreso también las demás. Pensé que querríais tenerlas.

Él me entregó el sobre y yo lo abrí con cuidado revisando aquellas preciosas fotos que nos sacó. Eran geniales. Y tenían una gran calidad. Las volví a meter en su sobre y las guardé en mi bolso sin que se arrugaran.

–Muchísimas gracias. Te salieron preciosas.

–No me las des, me encanta hacerlas. Fue genial que me las pidierais.

–¿Te debo algo?

–Oh. No, no, por favor, es un regalo.

–No, lo digo enserio. Es un gran trabajo lo que has hecho.

Mantuvo sus ojos marrones en los míos y tragué saliva.

–Me conformo con que te tomes un café.

–Me encantaría, pero tengo prisa. –ni siquiera supe porque le dije aquello, porque no era verdad.

–Bueno, si algún día te apetece tomarte un café, ya sabes donde venir. –me sonrió, me despedí de él, y salí de local.


PERDON POR NO HABEROSLO SUBIDO AYER!! Pero ahora con esto de semana santa la verdad es que tuve el día bastante ocupado.

ESPERO QUE ESTE CAPÍTULO OS HAYA ENCANTADO🫶🏻🫂✨
YA SABÉIS QUE COMO TODOS LOS JUEVES NUEVOS CAPÍTULOS A LAS 19:00 (hora española)

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