A veces llegamos a la última piedra del acantilado y aunque creamos tener la fuerza suficiente acaba derrumbándose haciendo que se nos olvide el gran significado de la palabra vivir. Y eso fue lo que me pasó, hasta que le conocí a él.
Ayla está envu...
La gala era en los jardines de la casa de Alex, nuestros padres habían decidido hacerla allí debido al gran espacio que tenían y la buena localización. Habían firmado unos acuerdos y querían celebrarlo por todo lo alto con sus socios, amigos, gente importante y algunos de sus amigos. Básicamente se resumía en ir todos juntos, poner bonitas sonrisas para las fotos y regodearse ante la gente y las cámaras del buen trabajo que hacían y de todo el dinero que llenaba sus carteras.
Había dejado el vestido colgado en la puerta del armario para evitar que se arrugara, y al lado, unos tacones que mi madre me obligaba a llevar a pesar de ser de lo más incómodo. Dejé caer el albornoz mientras me miraba en el espejo y me acerqué a la puerta para descolgar aquel vestido. Lo introduje por la cabeza y la tela se deslizó sobre mi con facilidad. El vestido me sentaba bien, de eso no había duda alguna, me lo ajusté a la altura de las caderas y esperé a que Carolina me llamara para decirme que ya había llegado. Sus padres también asistían, por lo que mi madre había accedido a llevarla a ella también y así pasar tiempo juntas para prepararnos.
El timbre sonó y mi madre y yo bajamos al instante.
–Carolina. ¿Cómo estás preciosa?
–Bien Angy, espero que tu también lo estés. –dijo mientras mi madre la abrazaba.
–Sí lo estoy, algo cansada, pero ya sabes, cosas de la edad. –esbozó una sonrisa.
Llevaba un vestido azul, no muy largo, pero tampoco corto, le sentaba bien, tenía un poco de vuelo y lo había acompañado de unos zapatos del mismo tono. Pero por muy bonito que fuera todo, ambas sabíamos que no queríamos estar allí.
–¿Sabes que peinado vas hacerte? –me preguntó.
–Había pensado dejarlo suelto.
–¿Quieres que te haga unas ondas?
–Sí.
Cuando terminamos de peinarnos apenas faltaba media hora para tener que salir, por lo que nos sentamos en la cama con cuidado e hicimos tiempo hasta que mi madre nos avisara.
–Esta mañana he visto al chico de la cámara.
–¡Y me lo cuentas ahora! –dijo casi gritando.
–Shhh. Me llamó para decirme que ya estaban listas las fotos y que me pasara a recogerlas en una cafetería.
–¿Y cómo es? ¿Es mona? ¿Y el chico es guapo? –y así siguió acribillándome a preguntas mientras yo me reía.
–Es una cafetería normal de Callao, es mona, decorada con flores, y no sé si es guapo o no, ósea es normal, mono, tampoco me fijé en él.
–Era simpático. –añadí.
–Solo vas a decir, ¿simpático?
–Pues... sí. Me dijo que me quedara a tomar un café, pero me fui.
–¿Y eso?
–No quiero complicar las cosas con Alex, ya sabes, no le gusta mucho que tenga amigos chicos.
–Menudo gilipollas.
–Eh. Que te he oído.
–Ya. Esa era la intención cariño.
Le pegué en el brazo sin fuerza y se rio.
Cuando volvimos a mirar la hora mi madre ya nos estaba gritando desde la cocina que fuéramos saliendo, recogí el pequeño bolso que iba a llevar y salimos las dos por la puerta. En la acera de enfrente un coche negro del bufete de mi padre nos estaba esperando, nos montamos juntas en la parte de atrás y esperamos hasta llegar al lugar donde se celebraría la gala.
Ni siquiera había avisado a Alex de que estábamos yendo, se me había pasado por completo, le mandé un mensaje antes de volver a guardar el teléfono en el bolso y sonreí a Carolina quien estaba sentada a mi lado nerviosa.
–Carol solo es una gala.
–Una gala con chicos guapos.
–Si tu lo dices... –musité.
–No quiero arruinar tus expectativas, pero seguramente estarán los mismos de siempre. –añadí.
–No me gafes Ayla.
–No, no, para nada.
__________________________ ESPERO QUE ESTE CAPÍTULO OS HAYA ENCANTADO Y QUE ESTÉIS DISFRUTANDO DE MI HISTORIA🫂🫶🏻❤️🩹🌞✨
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