EL ÚLTIMO BAILE (EN FISICO)

CAPITULO 14

OLIVER

Ni siquiera sabía por qué la había llamado así, no era por su aspecto físico desde luego, campanilla a su lado la envidiaría en todos los aspectos habidos y por haber. Había algo en ella, algo que alteraba mis sentidos y aunque daba miedo, quería que siguiera ocurriendo.

Había accedido a tomarse este café conmigo y por ahora, también lo había hecho a quedar esta misma tarde, no sabía a dónde íbamos a ir, tampoco lo que haríamos, no había planeado nada, decírselo había sido un impulso y no me arrepentía de ello.

El resto del día en el trabajo no podía dejar de pensar en lo que haríamos juntos, no podía llevarla a sitios lujosos, como mucho podía invitarla a una merienda en el Retiro, pero solo con ella me bastaba. Estaba tan nervioso que incluso las manos me temblaban cuando llevaba los cafés, estaba despistado, tanto que mi compañero me llamó varias veces la atención, cosa que no solía ocurrir.

Ahora incluso el mismísimo aroma a café me recordaba a ella.

Convencí a Martín para que me cubriera en el segundo turno, no le fascinó la idea de tener que hacer un día completo, pero terminó aceptando después de tener que acceder a cubrirle yo dos días la semana que viene.

No tardé nada en recoger mi chaqueta del perchero que teníamos al lado de la barra y salir corriendo por las calles de Madrid hasta llegar a mi apartamento. David se había quedado durmiendo, por lo que a estas horas del mediodía tendría que estar despierto y muriéndose de hambre por culpa de mi nevera vacía.

–Buenos días princesa. –dije a la vez que abría la puerta de mi habitación y ver que seguía en la cama. Me acerqué a la ventana y retiré las cortinas para que la oscura habitación se llenara de luz.

–Joder... ¿qué hora es? –gimió David removiéndose entre las sábanas.

–Las dos y media. Venga, date una ducha y te presto algo de ropa. No puedes seguir así vestido mucho más tiempo. Y... lo de la ducha te lo digo enserio.

Saqué unos vaqueros negros rotos y una camisa de propaganda vieja que tenía un agujero en la parte baja y se la dejé tendida en la cama. Le observé mientras se levantaba a cámara lenta y recogía la ropa, se metió en el baño y yo aproveché ese tiempo para ir a comprar algo de comida en la tienda de al lado.

Cuando volví de nuevo a casa estaba cargado con dos bolsas de pollo asado y otra con algo de picar. No me solía molestar en hacer la compra, normalmente compraba unas barras de pan que congelaba y algo para rellenarlo, eso era lo que comía la mayoría de veces cuando tenía que ir a trabajar, a veces lo sustituía por unas ensaladas ya preparadas del supermercado o si iba con prisas no me llevaba nada.

–Traigo la comida. –anuncié en cuanto entré.

–Ahora me considero más persona. Gracias por la ropa, y por dejarme dormir aquí y bueno, por la comida también.

–No es nada, estar aquí solo es una mierda. –¿Tú vives solo?

–Sí, es un apartamento muy pequeño, solo tiene una habitación por lo que concuerdo en lo de que estar solo tanto tiempo es una mierda.

Preparé el pollo en el microondas y saqué unos platos del mueble.

–Ayer fue una locura.

–Sí que lo fue, sí.

–Eran muy buenas chicas. –dije con la boca llena.

–Y muy guapas. Pero demasiado imposible. –dijo él cogiendo uno de los botellines que había dejado en la mesa.

–¿Por qué lo dices?

–Porque lo sé, ese tipo de chicas no salen con chicos como nosotros, quiero decir, somos simpáticos, guapos, pero míranos, no somos su prototipo de chico. Ellas buscan alguien que las lleve a cenar a restaurantes caros de esos que te cobran hasta por respirar, a viajes en barco... y bueno, nosotros no podemos ofrecer eso. Como mucho un café mañanero y un paseo por la calle o una cena en el coche de algún sitio barato. –hizo una pausa antes de continuar. –No sé, estuvo bien, nos divertimos los cuatro, pero no creo que vaya más allá.

Aunque quería pensar que se equivocaba, sabía que llevaba razón. Yo no podía ofrecer eso, no estábamos en igualdad de posibilidades y a veces tener un buen bolsillo hacía más que tener un buen corazón.

–Yo te vi muy bien con Carolina. –dije.

–Sí, y lo estuvimos, pero, imagínate que pasase algo, ¿cuánto duraríamos? ¿Tres meses? ¿Cuatro? A lo que quiero llegar es, ¿qué crees que ocurriría cuando lo de ser un chico divertido y simpático se quedara corto? Llegaría un punto en el que ella querrá salir a cenar los siete días de la semana o querrá organizar mil tipos de viaje... y yo no podría permitírmelo. Todo se acabaría desmoronando y la relación se iría a la mierda, ella buscaría algo mejor que le diera todo eso y yo simplemente acabaría jodido.

–No creo que todo funcione así, no digo que no lleves razón, a veces el dinero puede más que cualquier otra cosa, pero, siempre hay excepciones. No tiene por qué fijarse en cuantos ceros tienes en la cuenta bancaria, simplemente si quisiera estar contigo, lo estaría por ti, no por otra cosa.

–No se tío, paso de líos ahora mismo. –terminó por decir.

–Yo he quedado con Ayla hoy a dar una vuelta. –me atreví a decir.

Abrió los ojos como platos mientras bebía del botellín, casi se atragantó cuando me escuchó pronunciar aquello.

–También hemos quedado esta mañana, cuando dormías.

–Joder Oliver, sí que te lo montas bien. –bebió a morro del botellín y continuó hablando. –Mira tío, yo no quiero desilusionarte, y no lo voy hacer, si tú quieres quedar con ella, hazlo, pasarlo bien, comeros la boca, follar mucho o simplemente hablar, eso como vosotros veáis.

–Joder tío no íbamos a... –me interrumpió antes de poder acabar.

–Solo digo que disfrutéis de la manera que más os guste.

–Si lo es. Pero tiene novio, que es un cabrón y no creo que... ya sabes, esos temas son delicados.

–Si ella de verdad ve que no le compensa estar con ese tío, lo acabará dejando de alguna forma.

–No sé... es... complicado.

–Todo en esta vida lo es, la cosa es si quieres intentarlo o quedarte con la idea de que es demasiado imposible.

ESPERO QUE ESTE CAPÍTULO OS HAYA ENCANTADO🫶🏻🫂✨
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