CAPITULO 42

181 37 14
                                    

Había pagado diez euros por una ruta en ferri por las cristalinas aguas de la isla, unas preciosas calas que había estado viendo un folleto que tenían en la entrada de la casa mientras Ayla seguía dormida.

Seguía a remojo con una de sus revistas de moda en la mano mientras se tapaba con ella la cara del sol, yo seguía a remojo, nadando de un lado a otro de la piscina mientras el sol golpeaba mis hombros hasta hacerlos abrasar.

–¿Puedes echarme crema? –le pregunté acercándome hacia el bordillo de piedra. Crucé mis brazos y chapurreé las piernas contra el agua hasta conseguir salpicarla y recibir una de sus miradas refunfuñonas que ponía cuando estaba cansada.

–Sí, sal y te echo. –dijo sin moverse de la tumbona.

–¿Y no puedes venir tú? –dije haciendo pucheros.

–Ayla no puedo echarte crema mientras buceas.

Dejó a un lado la revista y se levantó colocándose de nuevo los tirantes del bikini, se acercó al bordillo y se sentó mientras yo me daba la vuelta. Extendió la crema por mi espalda y me ericé en cuento sentí el frescor. Masajeó mis hombros mientras yo echaba la cabeza hacia adelante relajándome y continuo por el cuello, cuando por fin había relajado todo mi cuerpo ella retiró sus manos y se levantó salpicando el agua con sus pies, me giré lo más rápido que pude y antes de que ella se alejara agarré su mano y la atraje hasta el agua. Soltó un grito ahogado antes de caer y yo me reí a carcajadas mientras ella sacaba la cabeza de lo profundo de la piscina mientras tosía por haber tragado agua.

–¡Eres! –dijo antes de volver a toser.

–Soy demasiado impresionante, ¿a que sí? –esbocé una sonrisa pícara y la cogí en mis brazos.

–Demasiado creído diría yo.

–¿Yo? ¿Creído? –dije asombrándome con ironía.

Soltó una risilla floja y echó la cabeza para atrás hasta que el agua cubrió toda su melena.

–¿Qué pasa?

–¿Qué va a pasar? –contesté.

–No sé, como no dejas de mirarme así...

–¿Y cómo te miro, Ayla? –dije acortando la distancia mientras seguía sosteniéndola y ella con sus piernas rodeando mi torso.

–Pues... así.

–Menuda explicación. –susurré.

Se quedó callada, yo recorrí su cuello, su boca y todo su ser con mis ojos y sus mejillas se sonrojaron.

–Oh, vamos, no te pongas así, pareces un tomate recién salido del supermercado.

–¡¿Me has comparado con un tomate del supermercado!?

–Es lo que tiene ponerse igual de roja. –dije riéndome fuertemente.

Ella chuperreteó el agua con las piernas y yo me encogí tratando de que el agua no llegara hasta mis ojos.

–Te miro porque eres preciosa. –dije acercando mi cabeza hacia su hombro.

Antes de que ella pudiera decir algo, mi teléfono sonó y entre resoplos la solté y salí de la piscina subiendo por el bordillo. Me sequé las manos en la toalla que Ayla se había colocado en la tumbona y cogí el teléfono sin fijarme en quien llamaba.

–¿Diga? ¿Quién es?

Durante unos segundos solo se escuchaba silencio, volví a preguntar y esta vez, una voz femenina que reconocí con facilidad hizo eco en mi cabeza.

–Hola Oliver. –dijo Eliana.

¿Para qué me llamaba? Le había pedido que borrara mi teléfono, que no quería saber nada más de todo esto.

–¿Qué quieres? –dije serio.

–Solo... hablar. –su tono desesperado me preocupó, aunque sabía que no debía hacerlo.

–¿Qué ha pasado?

–He tenido un problema, yo... no sé cómo lo voy hacer. –hizo una pausa antes de continuar. –El piso en el que vivo, bueno, más bien vivía, no creo que pueda regresar.

–¿Porqué? ¿Has tenido algún problema con el casero?

La escuché sollozar y yo miré a Ayla, quien seguía dentro de la piscina mirándome fijamente tratando de comprender la situación y de porque mi actitud había cambiado al coger esa llamada.

–Hicimos una fiesta... y, se nos fue de las manos.

La corté antes de que pudiera continuar.

–¡¿Quién?! ¡¿Con quién hiciste esa fiesta?!

–Con, Esteben. –dijo al fin.

–¡Joder Eliana! –dije alterado. ¡Joder, joder!

–Lo siento. –dijo llorando.

–¿Y qué ha pasado?

–Él y sus amigos trajeron algo de droga... la fiesta no terminó bien, los vecinos se quejaron y el piso acabó destrozado. ¡Traté de evitarlo, pero no fui capaz! Todo se complicó de repente... –guardó silencio durante unos segundos, yo me quedé callado tratado de asimilar su situación y di vueltas alrededor de la piscina.

–No debiste invitarlo, ¿en qué coño pensabas?

–¡No lo sé! Por Dios...

No dije nada, traté de que ella me contase todo por completo mientras pensaba en la gilipollez que acababa de cometer.

–Me quita el piso, Oliver. Tengo dos días para recoger e irme.

–¿Qué vas hacer? ¿Has avisado a tus padres?

–¡Dios no! Tu mejor que nadie sabes lo que le costó a mi padre da la señal del piso, y sabes cómo se pondrá si se entera. Había pensado si tu...

–¡Oh no! ¡No Eliana no! No puedes cagarla como siempre y recurrir a mí para solucionar todos tus destrozos, al igual que no puedes ahora querer venir a mi piso, lo siento, busca un familiar que te guarde el secreto, una amiga con la que te quieras quedar, pero en mi piso no, lo siento.

–Por favor. Oliver no tengo a nadie más que a ti. –rogó.

–A mí me dejaste de tener hace mucho Eliana. Lo siento, pero eso no puedo hacerlo.

–¿Podemos hablarlo en persona? Ahora mismo estoy cerca de la cafetería.

–No estoy en Madrid.

–¿Dónde estás? –preguntó con curiosidad.

–En Ibiza. –dije tajante.

–¿Estás con ella?

–Eliana, adiós.

Eso fue lo último que dije antes de colgar la llamada.

OS HA GUSTADO??? jeje 💌💌
que opináis sobre Eliana??

OS HA GUSTADO??? jeje 💌💌que opináis sobre Eliana??

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
EL ÚLTIMO BAILE (EN FISICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora