CAPITULO 11

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OLIVER

Era una locura, nos habíamos visto dos veces, de la manera más accidental que me habría imaginado y seguía pareciéndome un enigma al que descifrar.

Desde que me negó a aquel café había pasado noches sin dormir imaginándomela entrando por la puerta de la cafetería.

Guardamos silencio durante todo el camino. La miré un instante, estaba apoyada con la cabeza en el cristal sin moverse mientras miraba el exterior, volví a posar la mirada en la carretera y ojeé la pantalla que nos indicaba el camino para saber cuánto tiempo nos faltaba para llegar. La llevé a casa junto con su amiga y me despedí de ellas con dos besos, David seguía durmiendo en la parte de atrás, por lo que, cuando llegué a mi apartamento tuve que llevarlo casi a cuestas hasta el ascensor. Le dejé durmiendo en mi cama y me senté en sofá reventado todavía con la cabeza dándome vueltas, y no por la bebida. Desabroché la camisa y me quité los pantalones, me dejé caer en el sofá boca arriba y mantuve la mirada fija en el techo. ¿Por dónde empezaba? ¿Está bien sentir cosquilleos por pasar un simple rato con una "amiga"? Aunque bueno, ni siquiera éramos eso, no podía calificarla como amiga, no habíamos pasado más de veinticuatro horas juntos, ni sabía cuándo era su cumpleaños, ni si tenía gatos u odiaba los gatos, ni si le gusta el sushi como a mí, o salir al cine, no sabía nada de ella, solo que, el poco tiempo que había estado con ella había pasado más rápido de lo habitual.

Me moví incomodo en el estrechó sofá viejo que una vez rescaté de la acera de mi casa cuando acababa de llegar a Madrid, no resultaba cómodo para dormir, pero era mucho mejor esto que el suelo. Me acerqué a mi habitación con ganas de echarme a un lado del colchón, pero resultó imposible, David había ocupado prácticamente todas las esquinas de la cama. Seguía en traje y con los zapatos sobresaliendo, le eché una manta por encima y caminé de nuevo al salón, comedor, cocina, todo en uno.

Cogí el móvil del bolsillo del pantalón que había dejado tirado en el suelo y la busqué entre mis contactos, tampoco fue complicado, estaba de las primeras. Estaba en línea. Por un segundo me bloqueé, me faltó el aire como cuando tenía quince años y me gustaba una chica de mi pueblo que no sabía de mi existencia.

–¿Qué hago? –susurré.

Escribí algo, lo borré. Volví a escribirle y l volví a borrar. ¿Sonaría precipitado si le invito a tomar un café? Quizá sí. Bueno, o no, solo era un café, es lo que hacía la gente de nuestra edad, quedaba, charlaba, algo entre colegas, no íbamos a pasar de ahí. Claro, amigos, eso sonaba bien. Venga vamos. Un café, o ¿una comida?, mejor un aperitivo.

«Joder Oliver, parece que tienes trece años».

«¿Lo mando o no lo mando?»

«Mándalo y duérmete ya».

«Pues a la de tres lo envío.»

En línea.

¿Te apetece que nos tomemos un café mañana?

Vale, ya está, mensaje enviado, no había sido para tanto, ahora una respuesta, sí o no, no había que decir mucho más.

En línea.

Escribiendo.

En línea.

A las ocho en la cafetería.

Buenas noches Oliver.

Escribiendo...

Desconectado.

Una sonrisa se había formado en mi rostro al leerlo. Menos de dos horas, eso quedaba para vernos. Me asomé a la diminuta terraza que tenía formada únicamente por un balcón y me fumé un cigarro antes de irme a dormir.

ESPERO QUE ESTE CAPÍTULO OS HAYA ENCANTADO🫶🏻🫂✨

YA SABÉIS QUE COMO TODOS LOS JUEVES NUEVOS CAPÍTULOS A LAS 19:00 (hora española)

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