A veces llegamos a la última piedra del acantilado y aunque creamos tener la fuerza suficiente acaba derrumbándose haciendo que se nos olvide el gran significado de la palabra vivir. Y eso fue lo que me pasó, hasta que le conocí a él.
Ayla está envu...
Tras largas presentaciones de la mano de Alex y de nuestras familias por fin pude encontrar un hueco y escabullirme de las aburridas preguntas que se hacían entre ellos. Había perdido el rastro de mi mejor amiga, quien se había ido a coquetear con el camarero del catering, quizá la persona menos aburrida que había en toda esta fiesta. Cogí una copa del champan más caro que servían en bandejas y le di un pequeño sorbo antes de que la voz de Alex hiciera que me atragantara.
–¿Bebiendo alcohol? Ayla. –dijo firme detrás de mí.
–Solo es una copa, estamos en una gala Alex.
–Normal que luego engordes si te pones a beber alcohol antes de tus audiciones. ¿Así pretendes que te admitan en la mejor academia? Como no te lo tomes enserio vas a echar todo tu trabajo a perder, y estoy seguro que no quieres eso, ¿verdad Ayla?
–No. –no dije nada más, quizá debería haberlo hecho, pero él llevaba razón, o eso decía la vocecita de mi cabeza. Agaché la cabeza y él me retiró la copa de la mano sustituyéndola por una botella de agua templada.
–Tengo que ir a saludar. Pórtate bien y no hagas nada que nos deje en ridículo. Por favor. –me besó en la mejilla y se fue.
Recorrí los jardines sin ganas y me senté en una de las sillas libres que encontré mientras veía el tiempo pasar. Le di un largo trago a la botella que Alex me había dado mientras él se terminaba mi copa y posé la mirada fija en ella. A veces me sentía así, encerrada en una botella que cada vez aumentaba su volumen y yo me ahogaba por no ser capaz de quitar aquel tapón para respirar.
–¿Qué haces aquí sola? –la voz de mi madre me sacó de mis profundos pensamientos.
–Necesitaba un poco de espacio.
–Déjate de espacio. Vamos, tenemos que hacernos las fotografías para este año. –me tendió su mano y me aferré a ella mientras trataba de esquivar toda la gente que había por alrededor.
Llegamos hasta el pequeño escenario que habían colocado en el césped y cientos de personas, la mayor parte desconocidos, ocupando todas las sillas posaban sus ojos sobre nosotros. Mis padres junto a los de Alex estaban a la derecha y nosotros a un lado con la cabeza firme escuchando el largo discurso que mi padre decía año tras año agradeciendo miles de cosas a personas que seguramente ni siquiera sabía cómo se llamaban.
–¿Dónde están los fotógrafos? –masculló mi padre de mal humor. –Cuanto más le pagas a la gente peor hacen su trabajo.
–Estarán al llegar. –le tranquilizó mi madre.
Volví a posar la vista al frente y entonces le vi, vi a Oliver caminar con su cámara de fotos lleno de seguridad, le vi con su pelo igual de despeinado que en la cafetería, pero esta vez vestido de etiqueta, le vi fruncir el ceño en cuanto me vio ahí subida y sonreírme a lo lejos mientras se acercaba.
–¿Qué hace sonriéndote ese tío?
–¿Eh?
–Ya me has oído. –susurró en mi oído mientras apretaba con fuerza mi cadera.
–Suéltame. –ordené. –Y yo que sé, no le conozco de nada.
Aflojó la fuerza que estaba ejerciendo sobre mí y nos recolocamos para las fotos sonriendo como si nada hubiese pasado. Porque a veces es más sencillo así, apretar los labios y sonreír como si todo a nuestro alrededor estuviera en calma, pero no lo está, a veces está en llamas y ya no puedes seguir fingiendo.
En cuanto los fotógrafos dieron por terminada la sesión hui del escenario como pude, la mirada de Carolina me persiguió desde que bajé del escenario y me acompañó caminando detrás de mí sin decir nada. Supongo que tampoco era necesario, no siempre hay que explicarlo todo para que alguien se de cuenta de que no estamos bien.
–Ven aquí.
Me aferré a sus brazos con fuerza y ella me acarició la melena hasta que conseguí separarme y limpiarme el rostro con las manos.
–Eres perfecta Ayla, no dejes que ese cabrón te hunda. Pero ni él ni nadie. Porque eres una persona que se merece mucho más que eso, eres fuerte.
–No lo soy Carolina.
–¿Quién te ha hecho creer eso? Porque yo solo veo a una chica que tiene una fuerza en su interior que ella no es capaz de ver.
–Eso es por que me ves con buenos ojos, eres mi mejor amiga. –dije acompañado de un suspiro.
–Te veo con los ojos con los que te ven todos, todos menos tu.
ESPERO QUE ESTE CAPÍTULO OS HAYA ENCANTADO🫶🏻🫂✨
IMPORTANTE: TODOS LOS JUEVES UN CAPITULO NUEVO!! A LAS 19:00
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