CAPITULO 21

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Leves rayos de sol se colaron por las ventanas de la habitación, el brazo de Oliver alrededor de mi cintura me hizo sentir un cosquilleo inmenso, se retorció entre las sabanas todavía dormido y me atrajo hacia él, rozando mi cuerpo con el suyo, quedándonos completamente pegados. Yo cerré los ojos y no puse resistencia, entreabrí los labios soltando un suspiro y mi pulso se aceleró mientras sentía las caricias de sus suspiros en mi nuca, disfruté de aquel momento como si nunca más fuera a suceder y hundí la cabeza en su hombro.

A los pocos minutos mis ojos comenzaron a abrirse de nuevo, no podía seguir durmiendo, agaché el brazo para coger mi teléfono el cual había dejado en el suelo la noche anterior y revisé la bandeja de notificaciones, eran las diez y media, tenía tres llamadas perdidas de mi madre, mensajes de Carolina acribillándome a preguntas y un gran número de mensajes y llamadas de Alex. Miré a Oliver y levanté su brazo de mi cuerpo con delicadeza para evitar que se despertara, me puse en pie y salí de puntillas de la habitación para llamar a mi mejor amiga.

–Hola. –susurré.

–¡Cuéntame! ¿Qué ha pasado? Necesito noticias. –su elevado tono de voz resonó en el pequeño salón.

–Como no hables más bajito lo vas a despertar.

Suspiré y me pasé una mano por los ojos mientras intentaba espabilarme.

–Solo dormimos. –dije por fin.

–Ah. ¿Solo? –preguntó decepcionada.

–¿Qué esperaras que hiciera? –pregunté extrañada.

–¿Ni un beso?

–Cenamos y dormimos en su cama, pero cada uno en una esquina. –me pasé la mano por la cara para espabilarme y bostecé. –Además, el ambiente de ayer no era el más indicado para que ocurriera algo.

–Ya, me imagino, pero aun así ¿no pensaste en...? –no podía ver su cara, pero me imaginaba su sonrisa pícara esperando detalles fogosos. Cosa que no podía darle ya que no había sucedido nada.

–No. –negué rotundamente.

Colgué la llamada después de despedirme de ella y volví a la habitación para recostarme a su lado. En cuanto relajé el cuerpo una vez ya tendida en el colchón, Oliver gimió y suspiró llevándose las manos a la cara. Se zafó de las sabanas y se quedó callado tratando de espabilarse.

–¿Café? –propuse.

–Por favor y gracias.

Oliver sacó dos tazas del mueble y las llenó de café recién hecho. Las dejó en la pequeña mesa que había enfrente del sofá y se sentó a mi lado.

–¿Has dormido bien? El colchón es un poco viejo y no es muy cómodo.

–He dormido muy bien. Gracias por dejar que me quedara.

–Oh. No me des las gracias, es lo mínimo que podía hacer, no quiero que te pase nada.

–Gracias de todas formas. –dije mientras removía el café con la cucharilla.

–Por cierto, es lunes, ¿no tienes clase?

–Sí, pero dadas las horas que son no creo que vaya.

–¿Qué estudias? –dijo curioso.

–Derecho, como mi padre.

–¿Y te gusta?

–Está bien. A ver, no es la carrera de mi vida, pero me abre muchas puertas.

Se quedó callado, como si mi respuesta no le hubiera convencido.

–¿Y por qué no estudias algo que te guste a ti?

–No sé... no hay nada que me llame mucho la atención.

–Bailar, ¿no?

–Sí, pero con eso solo no me da ni para llegar a los cuarenta. Está bien, me quiero dedicar a eso, pero todo en esta vida se acaba, y es bueno tener algo que te cubra la espalda.

–¿Tu estudias? –le pregunté.

Siempre hablábamos de mí, él prácticamente conocía toda mi vida y parte de lo que giraba en ella, pero yo, yo solo conocía que trabajaba en una cafetería, que vivía solo y que era fotógrafo.

–Lo hacía, estaba en una buena academia de fotografía en mi pueblo, pero mis padres no podían permitírselo. Era demasiado dinero.

–¿Siempre ha sido así? Con tus padres digo.

–Al principio no. –esbozó una sonrisa mientras negaba con la cabeza. –Pero conforme creces y eres el hijo menor de tres hermanos, en quien menos piensan es en el enano que quiere estudiar fotografía. Todo el dinero fue para pagar las universidades de mis hermanos.

–Pero eso no es justo.

–La vida no es justa campanilla.

–¿Tus hermanos trabajan?

«Joder va a pensar que le estaba haciendo un interrogatorio».

–Los dos siguen estudiando en la universidad, como mucho algún trabajo de verano, pero no estoy seguro de ello.

–Vaya...

–Pero soy feliz, quiero decir, no necesito sus ayudas económicas para disfrutar de la vida, me gusta lo que hago, y si bueno, me hubiese gustado tener una carrera universitaria, un máster, y un buen futuro como fotógrafo y todas esas cosas, pero venirme a Madrid fue lo mejor. Cuando me cerraron el grifo comencé a trabajar y conseguí pagarme... esto. No es mucho, pero para mí solo está bien.

Me llevé la taza al borde de los labios y soplé para enfriarlo. Todavía desprendía humo de lo caliente que estaba.

–¿Quieres quedarte a comer?

–Después tengo clases de baile.

–Podría acercarte, no es ningún problema.

–Ya has hecho mucho por mí. Es mejor que vuelva a casa.

Él asintió con la cabeza y se terminó de un sorbo su café.

–¿Te llevo? –se ofreció sacando las llaves del coche mientras yo recogía mi bolso.

–Mejor no. Pagaré a un taxi.

Me despedí de él y salí de su apartamento. Estaba confusa, ni siquiera pensaba en algo en concreto, eran miles de pensamientos contradictorios que recorrían mi mente. Era culpa y miedo, pero también era alegría y paz. Confusión por lo que tenía y por lo que realmente deseaba tener. Miedo por lo que pudiera ocurrir y paz por lo que realmente pasaba.

ESPERO QUE ESTE CAPÍTULO OS HAYA ENCANTADO Y QUE ESTÉIS DISFRUTANDO CON MI HISTORIA🌞✨🫂❤️‍🩹🫶🏻
YA SABÉIS QUE COMO TODOS LOS JUEVES NUEVOS CAPÍTULOS A LAS 19:00 (hora española)

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EL ÚLTIMO BAILE (EN FISICO)Where stories live. Discover now