𝓔𝓵 𝓭𝓲𝓿𝓸𝓻𝓬𝓲𝓸

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〘 _____ Lebarde 〙

El lunes llegó más pronto de lo que esperaba. Ese día me levanté temprano para asearme, me vestí con una camisa de manga larga en color beige neutro, un pantalón blanco, botines y una gabardina larga en color beige neutro. Tomé mi bolso y metió ahí mi cartera, el celular y cosas de emergencia sanitaria de necesitarlo.

Salí de mi habitación, bajé las escaleras y me dirigí a la cocina para agarrar un yogurt líquido de fresa del frigorífico.

—Buenos días, niña Lebarde —me saludó Letty, nuestra cocinera—. Se levantó más temprano hoy.

—Buenos días —respondí antes de agarrar el envase lleno y cerrar la puerta del frigorífico—. Hoy tengo que hacer un par de diligencias, es todo —le conté.

—Letty, hoy tenemos visitas para la tarde. Necesito que... —mi madre entró a la cocina, y al verme guardó silencio un momento—, ¿y qué haces despierta tan temprano?

—Debo ir al juzgado, ¿lo olvidas? —abrí mi bebida y le di un trago en lo que buscaba en el almacén un paquete individual de panquecitos.

—Oh, está bien —comentó mamá—, le diré a Paul que te lleve entonces.

—Le avisé anoche —le aseguré antes de dar un mordisco al panquecito de nuez.

—De acuerdo, ¿llegarás temprano?

—No lo creo, después pasaré a comprar unas cosas e iré a visitar a Paddy. Nikki dijo que ayer lo trasladaron a su casa.

—De acuerdo, llámame de todos modos cuando vengas de regreso.

—Lo haré —revisé la hora en el reloj de pared y me apresuré a tomar mi yogurt—. Ya debo irme, nos vemos después.

—Claro, cariño. Me cuentas cómo te fue.

No, claro que no le iba a contar nada.

Salí de casa, Paul ya estaba en el patio delantero afuera del coche fumando un cigarrillo como todas las mañanas antes de empezar el día. Lo conocía desde los cinco años y desde que recordaba, ese era uno de sus muchos hábitos, además de su gusto por los helados de chocomenta y el café americano.

Paul era el chófer de la familia, ahora tenía el cabello canoso con mechones negros aún, ojeras marcadas y una cicatriz en el cuello del lado izquierdo, robusto y con abundante barba.

— ¿Está lista, niña? —me preguntó en lo que apagaba el cigarrillo en el talón de su zapato y guardó aquella mitad en el bolsillo de su camisa.

—Eso creo —afirmé cuando me abrió la puerta para que pudiera entrar.

Paul cerró la puerta, yo me puse el cinturón de seguridad y él entró al coche para conducir a casa.

—Si no le importa, pondré música —sólo hice un sonidito de afirmación y el procedió a encender el mini estéreo para poner música.

Escuché la letra de la canción, era una melodía a guitarra en portugués.

"Perdido de amor
Perdido estou, por você
Seu beijo sensual
Carícia ideal
Não posso esquecer
E vivo a sonhar
Seu nome a chamar
penso em você
Perdido de amor
Perdido estou, por você"

— ¿Y tú tuviste tu romance adolescente, Paul? —me atreví a preguntarle.

— ¿Mi qué?

𝓜𝓪𝓯𝓲𝓪 (+18)Where stories live. Discover now