𝓛𝓸𝓼 𝓬𝓪𝓹𝓻𝓲𝓬𝓱𝓸𝓼 𝓭𝓮𝓵 𝓭𝓮𝓼𝓽𝓲𝓷𝓸

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〘 _____ Lebarde 〙

Miré a Tom partir en su coche. Yo volteé a mirar una vez más a la puerta y toqué el timbre.

Pese que esperaba que Ekatherina o el mayordomo abrieran, no fue así, en su lugar salió Nikki.

— ¡Ah, hola! —inmediatamente me abrazó y yo correspondí a su muestra de afecto.

—Hola, Nikki. También me alegro de verla de nuevo —la saludé cuando por fin nos separamos.

—Paddy estará muy feliz de saber que has venido a verlo. Con todo lo que ha sucedido estos días está con los ánimos por el suelo.

—Ya lo creo, todo esto debe ser muy complicado para él. Le traje chocolates y gardenias, a mamá le gustan mucho porque dice que el aroma la hace sentir en el campo libre cuando está enferma.

—Ojalá Paddy se sienta bien con ellas —respondió cuando le entregué las flores—, le diré a la Ekatherina que las ponga en agua. ¿Y esas de ahí? —preguntó refiriéndose a las violetas.

— ¿Estás? Ah, Tom me las compró —le conté antes de entregárselas para que las mirase.

— ¿Tom regalando flores? —preguntó extrañada mirando las violetas—. Son preciosas, pero no estamos hablando de mi Tom, ¿verdad?

— ¿Por qué es tan extraño? —pregunté y ella nuevamente me miró asombrada.

—Tom no es de regalar flores —explicó—. Bueno, son preciosas, ¿quieres que las pongan en agua también? Se marchitarán si las dejas así...

—Oh, sí, de acuerdo —asentí.

—Paddy está en su habitación, ¿recuerdas cuál es?

—Claro que sí, Nikki, la tercera a mano derecha.

—Siéntete en casa, cariño. Cualquier cosa dile a Roger o a Ekatherina, ¿sí?

—Sí, muchas gracias.

Miré a Nikki ir hacia la cocina y yo me dirigí al piso de las habitaciones para ir a la habitación de Paddy. Al llegar golpeé la puerta un par de veces.

—Adelante —lo escuché darme permiso.

Abrí la perilla y entré. La habitación estaba oscura, con las cortinas cerradas por completo y Paddy sentado en la cama.

—Espero que te gusten los chocolates porque te traje una docena.

Inmediatamente miré que giró su cara hacia la puerta, llevaba una venda en los ojos y seguía en pijama aún.

— ¿_____?

—Así es, aquí estoy —le respondí antes de acercarme a él y sentarme en la orilla de la cama—. Te traje chocolates.

Se los entregué y él tomó la caja tocándola con las yemas de sus dedos para sentir el relieve.

—Gracias, no debiste molestarte.

—No es ninguna molestia, los chocolates siempre suben el ánimo, supongo que lo necesitas justo ahora.

Lo escuché soltar un suspiro de pesar antes de negar.

𝓜𝓪𝓯𝓲𝓪 (+18)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz