Los Lebarde, una de las familias más importantes e influyentes de Europa encargadas de la mafia están en apuros económicos.
Se han visto obligados a pactar con los enemigos, la familia Holland para no caer en una crisis que acabaría con toda su fort...
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_____ Lebarde
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Desperté por la mañana siguiente, aún sentía los brazos de Tommy aprisionarme mientras una sábana era todo lo que nos cubría en el sofá cama de la sala. La calidez de su cuerpo me mantenía lo suficiente cómoda como para impedirme siquiera hacer el intento por incorporarme en el sofá. Todo lo que hice fue soltar un profundo suspiro y volví a cerrar los ojos, pero esa pequeña acción me hizo sentir cómo fue que Tommy me aferró sólo un poco más a él y besó uno de mis hombros.
—Buenos días, muñeca. —Escuché su voz ronca hablar por lo bajito.
—Buenos días, mi amor —musité con una sonrisa en lo que uno de mis índices se encargó de acariciar los nudillos de mi marido—. ¿Dormiste bien?
—Dormir contigo es por sí solo un buen descanso, preciosa.
Sentí cómo se levantó del sofá, aún estando de espaldas escuché sus movimientos para comenzar a vestirse. Me incorporé en el sofá y aún con la sábana cubriendo mi cuerpo presté atención a lo que hacía.
— ¿Ya nos vamos a casa, Tommy?
—Pensaba en desayunar antes de irnos, voy a llamar a recepción. ¿Se te antoja algo en especial, muñeca?
—Un plato con fruta me gustaría, y unos waffles con un jugo de naranja y un café latte.
—Fruta, waffles y latte, bien. —Respondió al repetir mi orden y fue hacia el teléfono.
Lo miré hacer el pedido a la persona encargada en recepción, no me moví mas que no fuera para abrazar mis piernas contra mi cuerpo y poner mi mejilla sobre mis rodillas. Después de un par de minutos regresó adonde yo estaba y se sentó a mi lado, sentí su mano sobre mi espalda baja y después sus labios de nuevo en uno de mis hombros.
—Este viernes es la pelea en la Arena Coaster por la noche. Busca algo que sea cómodo —me ordenó de una manera pasiva—, pero que no se vea informal, ¿de acuerdo? Lo suficiente casual para la salida.
—Sí, Tommy. Me lo mencionaste unas veinte veces ayer —murmuré sin alejarlo, estaba disfrutando mucho de sus caricias—. ¿En serio crees que ese chico esté listo para presentarse en una pelea de ese nivel? No se puede dar el lujo de perder, es un espectáculo bastante grande...
—Estará bien, en serio —aseguró Thomas besando mi mejilla—. ¿Supiste algo del viaje de tu hermana de regreso a Londres?
