𝓛𝓪 𝓬𝓸𝓷𝓽𝓲𝓮𝓷𝓭𝓪 𝓶𝓪𝓽𝓻𝓲𝓶𝓸𝓷𝓲𝓪𝓵

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_____ Lebarde

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A la mañana siguiente desperté desde temprano. Me levanté de la cama y fui hacia el baño del pasillo para lavarme la cara; al verme frente al espejo pude notar mis ojos hinchados a causa del llanto de la noche anterior. Respiré profundo un par de veces en busca de tomar el suficiente valor para caminar fuera del baño sin que las piernas me temblaran e ir a la habitación para tomar una muda de ropa limpia e ir a darme una ducha antes de ir a visitar a Tinny a su hotel. Las rodillas me dolían, al levantarme la pernera del pantalón de pijama pude notar los moretones en mis rodillas de las caídas que tuve la noche anterior y casi de inmediato mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas; tuve que ahogar mi sollozo entre mis labios y rápidamente me limpié mis mejillas que ya tenían el pequeño rastro de mi inicio al llanto, limpié mi nariz y recogí mi cabello en un rodete despeinado y procedí a abrir la puerta.

Caminando por el pasillo vi a Thomas que se dirigía hacia la habitación donde yo había pasado la noche. Él detuvo su caminar pero yo no hice lo mismo.

—Pensaba en ir a despertarte. —Lo escuché.

No le respondí, pasé de largo ignorándolo como si su existencia no fuera relevante y entré a la habitación para buscar lo que me pondría: unas medias, botas marrones hasta las rodillas, una falda negra con un suéter blanco y encima un abrigo beige. Tomé mi ropa interior y me dispuse a salir de la habitación cuando abrió la puerta.

—Necesitamos hablar de lo que sucedió anoche, muñeca. —No contesté una vez más.

Salí de la habitación para ir en dirección al baño del pasillo pero escuché sus pasos detrás de mí.

— ¿Esa es tu solución? ¿Fingir que no existo? Podemos jugar la ley del hielo ambos, pero no va a gustarte.

Al llegar al baño le cerré la puerta con seguro en la cara y seguí mi camino hasta la ducha. Me desvestí y abrí las llaves para comenzar a bañarme. Necesitaba sentir el agua caliente recorriendo mi cuerpo para destensar cada músculo contraído por el estrés de la noche anterior. Lo único que detestaba del baño del pasillo era la falta de la tina y por ende de las bombas de bañera para pasar horas metida en el agua.

Luego de la ducha tomé una de las toallas nuevas para secarme y poco después untarme crema en la piel, secarme el cabello y vestirme. Salí de la habitación después de un rato y regresé a nuestra alcoba; tomé uno de mis bolsos y lo abrí para meter mi cartera, un poco de maquillaje, pañuelos desechables, mi celular y otras cosas necesarias para salir. Tomé mis lentes de sol y me dispuse a salir de casa.

Henrietta estaba en el pasillo de la planta baja así que fue la primera que me vio bajar.

—Niña... —Quiso llamar mi atención, tuve que detenerme para verla—. ¿Planea salir? Ni siquiera ha desayunado.

—Está bien, Henrietta. Iré a verme con Tinny. Regreso en un rato.

— ¿Cómo se siente? —Me preguntó a voz baja, supongo que tampoco deseaba que escucharan aquella plática.

Respiré profundo. Negué como respuesta y después le dediqué una sonrisa en vez de alguna palabra.

—Necesito despejarme, es todo.

—Está bien. Vaya con cuidado y no regrese muy tarde.

—Claro.

Me puse las gafas de sol y salí de casa. En el patio delantero estaba Bobbi charlando con Maximo hasta que me vieron salir. Al parecer no estaban teniendo una charla muy agradable porque ambos tenían una cara de pesar e incomodidad cuando me acerqué.

𝓜𝓪𝓯𝓲𝓪 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora