Los Lebarde, una de las familias más importantes e influyentes de Europa encargadas de la mafia están en apuros económicos.
Se han visto obligados a pactar con los enemigos, la familia Holland para no caer en una crisis que acabaría con toda su fort...
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_____ Lebarde
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El viernes llegó en un abrir y cerrar de ojos. Por la mañana después de darme una ducha e ir a revisar cómo iban los primeros brotes de las flores en el jardín, fui al comedor a esperar el desayuno y a mi marido que seguía en su oficina haciendo llamadas para asegurarse que los últimos detalles para la pelea de la noche en la Arena Coaster estuvieran previstos.
El lugar estaba en silencio pese al movimiento de los guardias afuera de casa, tan sólo de vez en cuando escuchaba uno que otro murmullo sin importancia, lo demás eran mis pensamientos divagando en las posibilidades de los lugares donde mamá pudiera encontrarse ya que nadie me había logrado dar una razón al respecto de su paradero, ni siquier el detective que Tommy había contratado para hacerse cargo de la investigación. Los pasos en la entrada del comedor me hicieron voltear sólo para ver a Bobbi con Tessa en sus brazos.
—Ya he sacado a Tessa a jugar al patio un rato, señorita. ¿Requiere de mi ayuda en algo?
—Por ahora no, Bobbi, puedes retirarte. —Mencioné con una amable sonrisa como era mi costumbre.
— ¿Se encuentra bien? Hace días que la veo cansada. —Mencionó Bobbi acercándose un momento adonde yo estaba.
— ¿Ah? Sí, sí. No te preocupes, Bobbi, sólo que han sido días agotadores con las juntas que hemos tenido que hacer con los proveedores de papá, estoy bien —no quise tocar el tema de mi madre con Bobbi, hasta el momento solo Thomas sabía de ese asunto—. Sólo necesito...
Antes de terminar de hablar, una sensación de asco me inundó por completo, hice un par de arcadas antes de levantarme de mi asiento e ir corriendo a la cocina a vomitar en la tarja que era el lugar más cercano para recurrir. Poco importó que Anthony estuviera en la cocina preparando el desayuno.
— ¿Se encuentra bien? —Fue lo primero que el cocinero preguntó al tomar mi cabello para que no lo ensuciara.
No respondí de inmediato, toda mi atención estaba en esa horrible sensación de parar con las náuseas. Al acabar sentí las lágrimas sobre mis ojos, enjuagué mi boca y la tarja antes de secarme las lágrimas y afirmar con la cabeza.
—Sí, estoy bien, sólo... han sido náuseas —mencioné hasta que el olor de los huevos que estaba preparando llegó a mis fosas nasales y nuevamente mis ganas de vomitar regresaron—. Oh, Dios... Anthony, apaga eso, no soporto el olor.
— ¿Qué? ¿Los omelettes? Pero si usted ayer me pidió que los preparara para el desayuno... —Pareció confundido pero se apresuró a cubrir su sartén para evitar que el olor siguiera causándome malestar.
— ¿Qué ocurre? —La voz de Henrietta me hizo voltear a la entrada del comedor de inmediato.
—Nada, Henrietta, todo está bien. ¿Tommy ha salido de su oficina ya?
