х. ❝мenтιra pιadoѕa.❞

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Niall.


No me quedé pensando por mucho tiempo en esas dudas y preguntas, me limité a esperar que el auto de Louis desapareciera por una esquina y luego a tocar el timbre de la casa de Harry.

Escuché un ronco "¡Ya voy!" que asumí que era del rizado, no me imaginaba a Gemma o a Anne hablando con una voz tan grave.

Pronto, unos decaídos ojos verdes se asomaron por la abertura. Su piel era tam blanca que podía notar con demasiada facilidad su nariz roja por el resfriado y sus mejillas también sonrojadas. Estaba ligeramente inclinado, con la espalda curvada, como si le pesara la vida.


—Hey —murmuró él y se sorbió la nariz.

—Hey —lo saludé de vuelta y Harry se hizo a un lado para dejarme pasar.


Noté la mirada del castaño en mi espalda.


—Dejé el bolso en la secundaria, lo siento, no traigo tus deberes —una pequeña mueca se asomó en sus labios y suspiró, entonces continué hablando-. Además, no estás en condiciones de hacer algo más que estar en tu cama durmiendo.

Él solamente suspiró nuevamente y comenzó a caminar hacia su habitación, subiendo las escaleras que llevaban al segundo piso. Lo seguí.


—Odio perder clases —bufó—. Luego vuelvo y no entiendo nada, aunque no extrañé eso de despertarse temprano para ir —una pequeña sonrisa se asomó en sus labios, lo supe porque al girar para entrar a su habitación pude ver uno de sus hoyuelos.


Había venido muchas veces a casa de Harry, a pesar que recién nos estábamos volviendo amigos y él era lo más cercano a un mejor amigo que tenía, pero nunca había visto su habitación.

Estaba pintada en matices de azul, tenía una cama de una plaza en una esquina y el resto del espacio se dividía entre un escritorio, su armario y dos grandes estantes de libros, donde fácilmente habían más de doscientos ejemplares en perfectas condiciones. En su escritorio había una lamparita encendida y un libro abierto en la mitad y con un marcador puesto, sobre su cama había otro, pero este cerrado y supuse que si seguía observando su habitación encontraría varios más esparcidos por todos lados.

Harry al parecer se dio cuenta de lo que estaba viendo y una sonrisa divertida apareció en su rostro mientras se acomodaba debajo de las mantas de su cama.


—Bonitos, ¿verdad? —dijo, y dejó salir una suave risa que fue rápidamente cambiada por tos.

—Sí, son lindos —asentí con la cabeza. Yo no era un fan de la lectura y probablemente jamás había leído un libro que no era para la clase de literatura, pero hasta alguien como yo podía apreciar el orden de Harry.


Me dirigí a la silla del escritorio y no pude evitar una sonrisa al ver algunos libros más apilados uno sobre el otro en el asiento. Vaya, al parecer los dos muebles se le habían hecho pequeños para su gran colección.

Los tomé con cuidado y los deje en el escritorio, cuidando no pasar a llevar o poner encima la pila de libros sobre el que se encontraba abierto.

Luego de eso, tomé la silla y la puse al lado de su cama, sentándome.


—No me contestaste los mensajes —murmuró él.


Sonreí con diversión por lo que dijo.


—Vaya, no estaba enterado de que tenía una novia y menos de esas que son psicópatas —me burlé y él se sonrojó un poco.

—Ya, lo digo porque hablamos toda la mañana y luego repentinamente te desconectaste —una pequeña sonrisa ladina apareció en su rostro


Él tenía razón. Solté un pequeño suspiro y me mordisquee el labio inferior nerviosamente.


—Supuse que deberías descansar un poco —mentí, encogiéndome de hombros


Me sentí mal al instante por haberle mentido.


—Pudiste haberme dicho eso —rió suavemente.


También pude haberle dicho la verdad...

Suspiré suavemente, sabiendo que estaba haciendo mal, es decir, ¡Harry ha estado conmigo desde el primer día, hablando y hablando conmigo, contándome todo y yo ni siquiera le había dicho sobre una salida con un tipo!

Ese tipo era Louis Tomlinson, me recordé.

De todas formas...


—Espero salir ya pronto de aquí, quiero decir, me encanta perder clases, pero odio cuando pasan nuevas materias y yo no entiendo nada. —Repitio y una mueca se formó en sus labios, los que se encontraban bastante secos, pude ver.


Dejé el tema de la escuela y mi irresponsabilidad a un lado y pregunté:


—¿Comiste bien?


Él negó con la cabeza varias veces.


—Cada vez que me levanté a buscar la comida y la veía me venían unas nauseas terribles.

Hice una mueca.


—Te traeré un té —sugerí, y no esperé su respuesta, tan sólo le levanté y comencé a caminar a la cocina, intentando esconder lo mal que me sentí por esa estúpida mentira piadosa.

puzzle; nouis.Where stories live. Discover now